Zapas Viajeras

Zapas Viajeras viajes y escapadas pa que te copies

2 semanas en Japón


Hay países que se visitan una vez y se tachan de la lista. Y luego está Japón, que engancha como un buen ramen en un día de invierno. Este itinerario de 2 semanas en Japón nace de mi cuarta vez en el país del sol naciente, porque sí, sigo volviendo (y sin ser friki). Y cada vez me sorprende: la mezcla entre tradición y modernidad, templos que huelen a incienso y neones que nunca se apagan, el silencio de un jardín zen frente al caos de un cruce imposible en Tokio. Japón no se acaba, y lo digo con conocimiento de causa.

Después de tantos viajes, lo que pienso es que Japón es inabarcable, pero eso no debería asustarte: al contrario, es un país perfecto para saborearlo a trozos, con calma. No importa si es tu primera vez o si, como yo, ya llevas varias visitas: siempre encontrarás un rincón nuevo, una experiencia inesperada, un detalle que se te había escapado. Este itinerario es un resumen de lo que fue mi última aventura, pensado para que lo uses de inspiración, lo adaptes a tu ritmo y, sobre todo, para que vivas Japón más allá de las postales.

Y volver, volver

Qué incluye el itinerario de 2 semanas en Japón

Lo digo yo y no me hace falta abuela: este es el itinerario más completo y afinado que vas a encontrar, y no porque me lo haya inventado en una tarde, sino porque está probado en carne propia. Después de recorrer Japón cuatro veces, he mezclado lo mejor de lo mejor: mis rincones favoritos (a los que SIEMPRE vuelvo) con los impepinables que no puedes saltarte si es tu primera vez.

Itinerario

Día 1: Tokio – Shinjuku y Shibuya

En estas 2 semanas en Japón, arranca fuerte en Tokio con dos de sus barrios más vibrantes. En Shinjuku tienes el contraste máximo: rascacielos, neones y el famoso cruce de Kabukichō, pero también jardines como el Shinjuku Gyoen para respirar un poco de calma. Súbete gratis al mirador del Tokyo Metropolitan Government Building para estrenar vistas de la ciudad (y si hay suerte, del Monte Fuji).

Por la tarde, cambia de escenario en Shibuya, epicentro de la juventud tokiota. Cruza el famoso scramble crossing (sí, ese de los vídeos con cientos de personas cruzando a la vez) y saluda a Hachikō, el perrito más querido de Japón. Consejo zapas: quédate hasta que caiga la noche para ver cómo los carteles de neón iluminan todo el barrio y acaba el día cenando en un izakaya perdido en una callejuela.

👉 Aquí te dejo la guía completa de la ciudad para exprimir Tokio a tu ritmo: Qué ver en Tokio

Día 2: Kamakura

A una hora en tren desde Tokio (y sin necesidad de JRPass), Kamakura es aire fresco, templos y espíritu zen. La joya absoluta es el Gran Buda de Kōtoku-in, esa estatua de bronce que sobrevive desde el siglo XIII y que, con un poco de suerte, puedes ver casi en soledad si madrugas. Desde la estación de Hase, todo está a pie y además el paseo ya merece la pena por sus tiendecitas tradicionales (donde siempre «pico» algo). Para mí ambos son impepinables y por eso lo incluyo en las 2 semanas en Japón.

Otro imprescindible es Hasedera, un templo precioso lleno de jardines, miradores y miles de estatuillas Jizō que te encogen un poco el corazón. Si te sobra tiempo, completa con el santuario de Tsurugaoka Hachimangū, enorme y lleno de historia samurái. Consejo zapas: el trayecto en la línea Enoden, aunque no esté incluido en el JRPass, es un viaje en sí mismo, entre casas, costa y templos.

👉 Todos los detalles prácticos (horarios, transporte y truquillos) los tienes en mi artículo completo: Qué ver en Kamakura.

Día 3: Osaka

Bienvenida a la ciudad más cañera de Japón: Osaka. Aquí manda el neón y la comida callejera. El corazón es Dōtonbori, con su canal iluminado, el famoso Glico Man y una oferta gastronómica infinita: takoyaki, okonomiyaki o cualquier rareza que veas en los escaparates de sampuru (réplicas de comida hiperrealista). De día paseas tranquilo, de noche es una locura de luces y gente, así que lo ideal es vivir las dos versiones.

Pero Osaka tiene mucho más: el Castillo, rodeado de jardines y lagos, es perfecto para una visita sin prisas (yo lo disfruto más por fuera que dentro, ojo), y rincones con encanto como Hozenji Yokocho, donde un pequeño templo cubierto de musgo se esconde entre callejuelas tradicionales.

Consejo zapas: haz noche aquí, porque Osaka de noche es otra liga. Y si te atreves, prueba un hotel cápsula: barato, curioso y súper japonés. Te dejo todo en mi artículo de Osaka.

Día 4 Hiroshima

Hiroshima no es un destino cualquiera: es una de esas paradas que se sienten más que se visitan y a mí me ha marcado muy fuerte. En el Peace Memorial Park te vas a topar con la Cúpula de la Bomba Atómica, el Cenotafio y la eterna Llama de la Paz, símbolos que ponen la piel de gallina y que convierten a la ciudad en referente mundial de memoria y resiliencia. Con el JRPass puedes usar gratis el bus turístico, que conecta los puntos principales y facilita mucho moverse.

La experiencia puede ser intensa, pero Hiroshima también tiene una cara vibrante que sorprende: mercadillos locales, bares con música en directo y su plato estrella, el okonomiyaki estilo Hiroshima. Mi consejo: combina el paseo reflexivo por el parque con una visita más ligera al Castillo de Hiroshima al atardecer o una cena en Okonomi-mura. Y si puedes, alójate en Miyajima: cuando los turistas se van y la isla se queda en silencio, el torii flotante parece un sueño solo para ti.

Te dejo la guía en el artículo de Hiroshima que sin duda debes incluir en las 2 semanas en Japón.

Día 5: Miyajima

Lo siento, aquí no vas a encontrar objetividad. Miyajima NO es solo un impepinable de las 2 semanas en Japón, es el lugar donde siempre volveré.

La isla está a media hora en tren y ferry desde Hiroshima (sí, con el JR Pass está incluido) y es famosa por el torii rojo gigante que parece flotar en el mar cuando sube la marea. Pasear por el Santuario Itsukushima, Patrimonio de la Humanidad, es uno de esos momentazos que se te quedan tatuados. Y entre ciervos campando a sus anchas, templos escondidos y el ambiente relajado, es imposible no enamorarse.

Pero a pesar de que todo eso sea jodidamente bonito, hay un templo en lo alto de Miyajima, muy poco visitado, que me recarga de felicidad. Es más, he enviado a alguna que otra Mari, y me ha escrito llorando desde allí… Te lo cuento en el artículo de Miyajima con más detalle, pero no dejes de ir.

Zapatip: muchos turistas se vuelven por la tarde, pero lo mágico de Miyajima sucede cuando la isla se vacía. Dormir aquí, con el torii iluminado casi para ti solo y un silencio casi místico, es un recuerdo que vale oro. Te cuénto dónde dormir en el artículo.

Día 6: Okayama – Kurashiki – Himeji Castle

Este día toca ponerse en modo “castillos y postales japonesas”, que estas 2 semanas en Japón tienen de todo un poco. Okayama suele ser la gran olvidada de los itinerarios, pero créeme: eso juega a tu favor. Aquí no hay hordas de turistas y sí rincones que merecen mucho la pena, como el Castillo Negro (aka el Castillo del Cuervo) y los jardines Korakuen, uno de los tres más bonitos de todo Japón. Pero lo que de verdad roba el show es Kurashiki, a solo 15 minutos en tren: un casco histórico con canales, barquitas, farolillos y casitas que parecen sacadas de un dorama. Pasear por allí es como entrar en otro Japón, sin neones ni prisas, y con cafés y tienditas cuquis que lo convierten en un plan redondo.

Y si aún te queda energía, a menos de 40 minutos en tren está Himeji, el castillo más espectacular de todo Japón. Declarado Patrimonio de la Humanidad, su silueta blanca (apodado Shirasagi-jo, el “castillo de la garza blanca”) es una postal perfecta.

En un solo día puedes combinar Okayama, Kurashiki y Himeji sin volverte loca, siempre con el JR Pass en mano y con la guía que te dejo aquí de todo.

Día 7: Fushimi Inari y Nara

Aunque sea súper conocido y turístico, no puede faltar en tus 2 semanas en Japón: Fushimi Inari.

Este santuario, dedicado al dios Inari, está cubierto por miles de torii rojos que forman un camino hipnótico de 4 km hasta la cima del monte. Aunque la subida completa lleva tiempo, la experiencia es única desde los primeros pasos, con altares escondidos y estatuas de zorros vigilando el recorrido. Lo mejor: es gratis y abre 24 horas, así que si madrugas, podrás disfrutarlo casi en silencio.

Después del paseo espiritual, toca continuar en tren hasta Nara, la primera capital permanente de Japón y famosa por sus ciervos sika que campan a sus anchas en el parque. Pasear entre ellos es toda una experiencia (sobre todo si compras las galletas especiales que venden para darles de comer), aunque ojo, que no tienen reparos en robar mapas o mochilas.

La joya de la visita es el Todai-ji, un templo gigantesco que alberga el Gran Buda de bronce, de más de 15 metros de altura. Para completar el día, merece la pena dar un paseo tranquilo por los jardines de Isui-en o acercarse al santuario Kasuga Taisha, rodeado de linternas de piedra y bronce. Es un plan redondo que combina espiritualidad, historia y un poco de diversión animal y que te detallo en este artículo.

Día 8: Kioto

Kioto es para mí la ciudad más bonita de todas frente a Osaka y Tokio, por eso le dedico mínimo 2 días en mis 2 semanas en Japón.

El primer día completo en Kioto lo ideal es sumergirse en su parte más tradiciona y empezar en las callejuelas de Sannenzaka y Ninenzaka, un rincón encantador de casitas de madera, teterías y tiendas con mucho mimo. Desde allí, la ruta natural lleva al imponente Kiyomizu-dera, uno de los templos más espectaculares de Japón sobre una ladera y con vistas increíbles de la ciudad.

Por la tarde, merece la pena hacer un recorrido más tranquilo por templos menos concurridos, como el Kōdai-ji, con sus jardines zen y su pequeño pasaje de bambú, o el Ryozen Kannon, con una estatua monumental dedicada a las víctimas de la Segunda Guerra Mundial. El día puede terminar en el barrio de Gion, con sus faroles encendidos, casas de té y la posibilidad de cruzarse con alguna geisha o maiko. Pasear por Hanamikoji al atardecer es una de esas experiencias que resumen la esencia de Kioto: tradición, belleza y un aire de misterio.

Te dejo todo en la guía de Kioto que he pulido de tantas veces.

Día 9: Kioto y Odawara

La jornada arranca en uno de los rincones más mágicos de Kioto: Arashiyama. Su famoso bosque de bambú es una experiencia sensorial única: el crujir de las cañas al moverse con el viento, la luz filtrándose entre los tallos y ese silencio verde que parece sacado de otro mundo (eso sí, solo si madrugas mucho). El paseo no es muy largo, pero si se continúa por los senderos hacia el río Hozu y los pequeños templos escondidos, la visita se convierte en una inmersión completa en la naturaleza japonesa.

Después del bosque, toca cambiar de escenario y poner rumbo a Odawara, un nudo de conexiones perfecto para explorar la zona de Hakone. Aquí merece la pena hacer una parada de un par de horas para visitar su castillo y sacarse una foto con el sorprendente Manneken Pis japonés, porque en Japón nunca falta el toque inesperado.

Después un bus de la compañía Izu Hakone, que en poco más de media hora te deja en Motohakone, a orillas del lago Ashi.

Zapatip: si piensas moverte por la zona, el Hakone Free Pass (unos 5.000¥) es tu aliado, porque incluye trenes, teleféricos, buses y hasta el barco pirata, para moverte como una emperatriz japonesa sin preocuparte por billetes.

Día 10: Motohakone – Hakone

El día arranca en Motohakone, un rincón que parece diseñado para hacer postales: el torii rojo del Hakone Shrine emergiendo del lago Ashi, los cedros centenarios custodiando el camino y, si hay suerte con el cielo, el Monte Fuji vigilando desde el horizonte.

Otro imprescindible menos conocido es el mirador de los 200 escalones: una caminata corta, rodeada de musgo y árboles, que regala una de las mejores panorámicas de Fuji y el lago sin apenas gente.

El lago Ashi merece saborearse sin prisa: pasear por la orilla, escuchar el crujir de las hojas y dejar que la niebla lo cubra todo como si fuera un decorado. Pero si quieres darle un punto extra, toca subirte al famoso barco pirata (sí, suena friki, pero mola). El trayecto hasta Togendai es media hora de pura postal japonesa: Fuji al fondo, el torii flotante a lo lejos y las montañas reflejadas en el agua. Con el Hakone Free Pass lo tienes incluido, así que ni lo pienses dos veces.

Desde Togendai, el plan redondo es tomar el Hakone Ropeway hasta Owakudani, la zona volcánica de fumarolas y huevos negros que prometen alargar tu vida. Y, si después sigues la ruta hacia la zona de los Cinco Lagos del Fuji, la jornada se convierte directamente en un level up viajero.

Pero te lo cuento todo aquí en qué ver en Motohakone, para que no se te escape nada.

Día 11 y 12: Fujiyoshida y 5 lagos

La mayoría se salta Fujiyoshida y van directos a los 5 lagos, eso es delito, por eso incluyo esta maravilla en las 2 semanas en Japón.

La ciudad es tranquila, sin artificios, con templos milenarios como el Kitaguchi Hongu Fuji Sengen-jinja, calles donde el volcán se alinea y esa joya absoluta que es la Chureito Pagoda. Subir sus escaleras es un esfuerzo que se paga con una de las vistas más icónicas de Japón: el Fuji y la pagoda roja.

La famosa Honcho-dori, la calle instagrameable por excelencia, también merece una parada, pero lo mejor está en perderse por las paralelas y descubrir un Fuji más auténtico, entre casas retro y templos discretos.

Te dejo el artículo completo para que aproveches cada rincón de Fujiyoshida aquí.

Ya el día 12 la ruta sigue hacia la región de los Cinco Lagos —Kawaguchiko, Saiko, Yamanakako, Shojiko y Motosuko—, que rodean al Fuji como un séquito natural. Cada lago tiene su personalidad: Kawaguchiko es el más accesible y completo, con onsens, cafés con vistas y paseos donde el Fuji se refleja en el agua como si fuera un espejo perfecto. Saiko ofrece la versión más salvaje, con cuevas volcánicas y bosques espesos, mientras que Yamanakako invita a remar o simplemente sentarse a contemplar. Shojiko y Motosuko, más apartados, son los escondites ideales para quienes buscan calma absoluta.

En el artículo de los 5 lagos te cuento no sólo dónde ver mejor el Fuji, también qué planes hacer cuando se esconde el joío…

Día 13: Kawaguchiko y vuelta a Tokio

La última mañana toca despedirse del Fuji como se merece, en Kawaguchiko, el más completo y fotogénico de los cinco lagos. Pasear por su orilla norte es como recorrer un mirador natural: templos escondidos, jardines cuidados y el Monte Fuji reflejado en el agua con esa simetría perfecta que parece pintada a mano. Además te je dejado aquí los mejores lugares para verlo.

Por la tarde toca regresar a Tokio, donde siempre queda algo por descubrir. Un buen plan es pasear por Asakusa, con el imponente templo Senso-ji y sus callejuelas llenas de tiendecitas y puestos de comida. Desde allí, puedes caminar hasta el río Sumida y ver la futurista silueta del Tokyo Skytree, que al anochecer se ilumina y regala una de las estampas más mágicas de la ciudad.

Para cerrar el viaje, nada mejor que sumergirse en la cara más moderna de Tokio. Puedes explorar Akihabara, el paraíso del manga, anime y la electrónica; o dejarte sorprender por la tranquilidad de Ueno, con su parque, templos y museos. Y si te queda energía, la zona de Ginza es ideal para la última cena entre rascacielos y luces de neón.

Porque Tokio es así: y te lo cuento todo con detalle en qué ver en Tokio.

Por cierto, ya estuve 4 veces en Japón, si necesitas que te monte la ruta alquien que sabe lo que hace, escríbeme aquí 🙂

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