Zapas Viajeras

Los viajes de Sandra y sus zapatillas viajeras

Nungwi y Tumbatu

Zanzíbar. Día 4. Nungwi y Tumbatu.

Aunque hasta ahora el tiempo ha ido respetando, solazo por la mañana y alguna tormenta de tarde, hoy el día se levanta regulero. En realidad, los tonos azules parece como tristes y apagados. Aún así, pongo rumbo al Centro de Buceo, donde nos han citado a las 8h., para ver qué planes tenemos.

Y mientras esperamos el equipo, nos encontramos al grupito de vacas, que ayer estaba bajo las rocas, paseando por la orilla. Puesto que no hay sol, no hay de qué esconderse, ni siquiera de los turistas.

Tal vez a la mayoría os parezca una tontería, pero a mí nos sorprende bastante la estampa de las vacas paseando por la playa entre la gente, como si fueran perritos bien educados. De hecho, son bastante más sociables que los gatos de por aquí, y, sin duda, están mucho mejor alimentadas.

Destino Tumbatu

Aunque ya fuimos a una zona de Tumbatu el primera día, el estado de la mar no nos permite hacer otras zonas sin garantizar la ausencia de corrientes. Así que repetimos destino porque además en el grupo vienen dos buceadores inexpertos y uno que tiene que hacer un «refresher». Es decir, repasar teoría y práctica porque lleva mucho tiempo sin bucear, por lo que no está para aguas moviditas…

Mientras la primera vez que fuimos a Tumbatu tardamos unos 30-40 minutos en llegar al punto de inmersión, hoy el tiempo nos lo complica y tardamos como 15 minutos más. Además, al llegar las olas mueven tanto el barco que nos cuesta equiparnos con normalidad. Sin embargo, bajo la superficie, todo está en calma, y durante 59 minutos que dura el buceo, nos olvidamos por completo de la que hay liada allí arriba.

Aunque la visibilidad no es la mejor y hay un poco de corriente, el fondo está totalmente lleno de vida submarina, tanto grande como pequeña. En esta zona de Tumbatu, Ras Misikitini, hemos encontrado grandes morenas, muchas anguilas juveniles (las negras con raya amarilla), innumerables nudibranquios y langosta mantis e incluso nos ha perseguido una rémora que nos hizo de guardaespaldas media inmersión.

Por cierto, la langosta mantis que vas a ver en el siguiente vídeo del nudibranquio tiene el título del animal más fuerte del mundo. De hecho, sus codos pueden golpear a sus presas a una velocidad superior a la de una bala de calibre 22. Por suerte, está sacó pecho en el vídeo pero al final se volvió para casa.

Atraca como puedas.

Tras el buceo, al salir a la superficie, nos damos cuenta de que el tiempo ha ido a peor. Aunque hacemos un breve descanso para desayunar y respetar la parada correspondiente antes de volver a meternos en el agua, finalmente tenemos que abortar el plan. En realidad, el buceo no es el problema, ahí abajo se está de lujo. Pero si entramos de nuevo por unos 50 minutos o más, al salir a la superficie va a estar complicado subir al barco y ya ni hablar de hacer el camino de vuelta.

Así que nos ponemos en marcha para volver a Nungwi, y en cuestión de minutos, todo va a peor. Es cierto que las olas son enormes, y que el trayecto dura mucho más de una hora. Sin embargo, el equipo de East Africa Diving nos transmite tranquilidad en todo momento y, excepto algún compi que no puede parar de vomitar, el resto vamos tranquilos.

Por fin en tierra

Por fin llegamos al centro de buceo, la tormenta empieza a darlo todo y tengo que irme rápido al hotel, casi, casi con la máscara de buceo puesta. Tras una ducha calentita y reponerme un poco del vaivén del barco, bajo a comer algo. Aunque no son ni las dos, hoy va a estar complicado coger sitio con todo el mundo buscando techo, así que bajo a lo más cercano.


Restaurante italo-tanzano en Nungwi.


Y aunque lo más cercano es el restaurante del pésimo hotel Baraka Beach Bungalows donde desgraciadamente me alojo, prefiero mojarme un poco y entrar al Restaurante Mama Mia. Por un lado las instalaciones están muy bien cuidadas. Por otra parte, la comida tiene buena pinta, le dan un toque italiano a la comida local y viceversa.

Es cierto que algunos de los camareros parece que no tengan ganas ni de vivir, pero la mayoría son majos, y el dueño, un joven italiano, es encantador. Una vez más, la comida se sirve a lo Pole Pole, pero está riquísima. Aquí un plato de pulpo con salsa de curry y coco, de lo mejor que hemos comido aquí. En total, dos platos, 4 bebidas y un helado, por menos de 15€. Y, creedme, el helado de este restaurante es realmente italiano.

El tiempo en Zanzíbar

En realidad, hay poco o casi nada que hacer en Nungwi si empieza a llover de esta manera. Así que subo a la habitación, eso conlleva mojarse en el último tramo. Así es, ya os conté en el segundo día que la habitación era un cajón que habían construido en el techo del edificio, sin integrarlo muy bien y al módico precio de 75€.

En fin, que me quedo allí un ratito, sin wifi, sin tv y con cierto sueño acumulado. Tras la siesta, sobre las 18h., la tormenta ha desaparecido por completo. Así es Zanzíbar, el cielo se te cae encima y casi vuelca tu barco y un rato después los tonos de azul vuelven a adornar el horizonte.

Teletrabajo en el paraíso

Así que no puedo resistirme, y decido salir a trabajar al Beach Baby Lodge Rooftop, donde ya me trataron de lujo la primera noche.

En efecto, no hace falta que os describa el lugar, la foto habla por sí sola…


Nuestro rincón del paraíso

Y aquí termina mi día más movidito, encontrando un rinconcito que me encantaría poder alquilar de por vida.

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⏮ Zanzíbar, Día 3: Mnemba.

⏭ Zanzíbar. Día 5. Nungwi y Mnemba.

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Zanzíbar. Día 4. Nungwi y Tumbatu.
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