Qué ver en Aracena
Las maravillas qué ver en Aracena sorprenden hasta a los más viajados. Calles empedradas, casitas encaladas y un rollito andaluz que enamora sin hacer mucho ruido. Pero su joya más famosa es la Gruta de las Maravillas, una cueva subterránea de otro planeta, con lagos, estalactitas y estalagmitas que te dejan con la boca abierta (literalmente). Arriba del todo, el castillo medieval y la iglesia gótica vigilan el pueblo desde lo alto, perfectos para selfies épicas al atardecer.
Está en pleno Parque Natural Sierra de Aracena y Picos de Aroche (una maravilla en Andalucía) ideal para los que aman andar sin rumbo (pero con buenas vistas). Además, aquí se respira aire limpio, se come como reyes gorditos y se desconecta sin tener que hacer yoga. El Museo del Jamón es parada obligatoria, porque un museo dedicado al arte de curar jamones es algo mu serio (y además hay muestras gratis).
Otro planeta en Huelva
A la lista de qué ver en Aracena le voy a añadir unas curiosidades para fardar: la Gruta fue la primera cueva turística de España (desde 1914) y aún hoy es de las más espectaculares del país. En Navidad, hacen un Belén viviente que transforma todo el pueblo, y durante el año, puedes seguir rutas como la del agua o la de Aníbal González (sí, el arquitecto del Pabellón de Sevilla). Vamos, que en Aracena hay mucho que ver, mucho que saborear, y sobre todo, mucho que flipar.
Por cierto, si planeas visitar también el Castillo y el Museo del Jamón, te conviene pillar la Tarjeta Aracena Turística, que ofrece acceso combinado a estos lugares con tarifas especiales. Te dejo aquí el enlace a la plataforma oficial de turismo de Aracena.
El Castillo es un imperdible que ver en Aracena y mola porque no es solo una fortaleza con vistas brutales, sino también un combo histórico de los buenos. Está plantado en lo alto del cerro del pueblo, dominando todo el paisaje. Y aunque su origen es islámico (siglo XIII), lo que más llama la atención es que dentro del recinto está la Iglesia Prioral del Castillo. Lo mejor: subes hasta ahí y te regalas una panorámica tremenda de todo Aracena y la sierra…
Y aquí va otra curiosidad: la torre de la iglesia no es cualquier cosa, está inspirada en nada menos que la Giralda de Sevilla. Sí, sí, pequeña pero matona. Además, durante siglos fue el punto más alto y simbólico del pueblo, y todavía hoy se usa como referencia para todo lo que pasa allí arriba (incluido algún que otro sarao cultural). Dicen que incluso hay túneles secretos que conectan con la Gruta de las Maravillas…
En lo más alto de Aracena, justo al ladito del castillo, se alza la Iglesia Prioral del Castillo, y no es solo un decorado bonito para las fotos: es un pedazo de historia en piedra. Fue mandada construir por los mismísimos Caballeros de la Orden del Temple allá por el siglo XIII (sí, templarios, como en las pelis), y es una de las primeras iglesias góticas-mudéjares de la provincia. Con su torre imponente, sus arcos apuntados y ese aire solemne, es de esos lugares que te hacen bajar el tono de voz sin saber muy bien por qué.
Lo curioso es que esta iglesia fue tanto centro religioso como símbolo de poder militar, y se construyó sobre lo que antes había sido una mezquita. O sea, que las capas de historia aquí se pisan unas a otras como si fueran hojas de otoño. Un sitio para los que saben que la belleza también puede oler a piedra antigua y a siglos de secretos.
La Gruta de las Maravillas es una de esas joyas subterráneas que te deja flipado desde el momento en que pones un pie dentro. Descubierta en 1850, esta cueva fue la primera de su tipo en España en abrirse al público, y vaya que se lo merece. Es un recorrido por pasillos llenos de estalactitas y estalagmitas que parecen salidas de una peli de fantasía, con lagos subterráneos que reflejan las formaciones rocosas de una manera casi mágica. Si te gustan las formaciones geológicas, este lugar es como estar dentro de una obra de arte natural.
Además de lo impresionante que es, la Gruta tiene un toque de misterio y magia. Fue utilizada por siglos como refugio, y aunque hoy en día está totalmente habilitada para el turismo, no deja de sorprender cada vez que se visita. Y da igual cuántas veces vayas… La luz que ilumina las salas hace que todo cobre vida, y hay una sensación casi mística al caminar por sus pasillos. Se puede recorrer con una visita guiada que te va desvelando los secretos de este lugar.
Y si eres de los que piensan que las grutas son solo para turistas curiosos, piénsalo de nuevo: la Gruta de las Maravillas ha sido escenario de eventos de todo tipo, desde conciertos hasta exposiciones, lo que la convierte en una de las principales atracciones turísticas de la zona. Un sitio único para descubrir no solo la historia de la cueva, sino también para sentir que estás en un espacio que ha fascinado a generaciones.
Bajo tierra, pero muy famosa: Aunque su nombre puede sonar a algo misterioso, la Gruta ha sido visitada por miles de personas, incluidos científicos, viajeros y hasta la realeza, como el rey Alfonso XIII, que estuvo allí en su visita a la zona.
Lagunas subterráneas: La cueva alberga pequeños lagos subterráneos que reflejan las impresionantes formaciones rocosas de las estalactitas y estalagmitas. La más famosa es la Laguna del Espejo, que crea una visión casi mágica cuando la luz se refleja en sus aguas.
Formaciones únicas: Hay estalactitas y estalagmitas que crecen a ritmos sorprendentemente lentos, lo que significa que lo que ves hoy es el resultado de miles de años de trabajo de la naturaleza. Algunas formaciones tienen más de 30 millones de años.
Ecos y sonidos misteriosos: El interior de la cueva tiene una acústica tan especial que, en tiempos antiguos, se usaba para hacer música o incluso ritos. Algunos dicen que la cueva tiene un sonido peculiar que añade un toque místico a la experiencia.
Leyendas locales: En el pasado, se rumoreaba que la cueva era un refugio secreto para los bandoleros que rondaban la zona. Aunque no hay pruebas, la idea de los “tesoros ocultos” ha alimentado muchas historias y leyendas.
El Museo del Jamón es que lo tienes que ver en Aracena. Es el paraíso para los amantes del buen jamón ibérico. Este sitio no es solo un museo normal y corriente; es un viaje al mundo del cerdo, la dehesa y el arte de curar jamones. Si alguna vez te has preguntado cómo un simple trozo de jamón se convierte en una obra maestra, aquí te lo cuentan todo: desde el proceso de la cría del cerdo hasta cómo se curan esas delicias que te hacen salivar.
La Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción sorprende por su presencia imponente en mitad del tranquilo centro de Aracena. De estilo renacentista y construida entre los siglos XVI y XVII, su diseño se le atribuye a Diego de Riaño, uno de los cracks del Renacimiento andaluz, y también participó Hernán Ruiz II. Que no te suena de ná, pero que trabajó en la mismísima Giralda de Sevilla. Así que sí, estás frente a una señora iglesia con pedigree.
Lo más curioso de esta iglesia, además de su fachada sobria y elegante, es el contraste interior: bóvedas altas, columnas robustas y una paz absoluta que te hace bajar el ritmo sin darte cuenta. Muchos visitantes se la encuentran casi por sorpresa, pero vale la pena pararse, entrar y sentir ese aire sereno que guarda siglos de historia. Y si vas en fiestas, a veces hay conciertos o actos culturales que le dan un toque aún más mágico.
Aunque Aracena tiene alojamientos bien majos, te voy a ser sincera: no dormí allí. Y no porque no me guste, ojo, sino porque encontré un sitio en plena naturaleza que es otra liga. A veces, lo mejor de un destino está a unos pocos kilómetros, y este fue uno de esos casos que te hacen decir: «menos mal que no reservé antes».
Me quedé a dormir en Higuera de la Sierra, concretamente a una finca preciosa llamada Las Tobas. Solo tiene tres alojamientos, lo justo para sentirte en mitad del paraíso sin nadie alrededor, con una piscina infinita (casi literal), vistas que parecen un fondo de Windows y una calma que no se paga con Mastercard. Naturaleza, sierra, aire puro y un desayuno mirando al horizonte. ¿Qué más se puede pedir?
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