Bulgaria
Bulgaria
¿Buscas un destino que aún no esté petado de turistas, tenga buen transporte público y te regale paisajes de postal sin dejarte un riñón? Pues Bulgaria, amiga, es tu sitio.
Me la recorrí de oeste a este en una semanita, mochila mediana y tirando solo de bus y transporte público, y fue una fantasía. Desde monasterios que parecen sacados de una peli hasta pueblos con más encanto que un domingo sin resaca, este país lo tiene todo… pero sin las aglomeraciones.
Lo que más flipé es que puedes estar un día pateando calles adoquinadas en ciudades con historia como Plovdiv, y al siguiente hacer paddle sur en pleno Mar negro. ¿Y la comida? Madre mía. Barata, rica y con nombres impronunciables, pero eso solo lo hace más divertido. Spoiler: el baklava de aquí va a ser tu nueva obsesión.
Pero lo mejor de Bulgaria es esa sensación de descubrir un secreto. Hay turismo, sí, pero muy suave en comparación con el resto de Europa. Te encuentras con locales majísimos, cero colas para ver sitios alucinantes y precios tan bajos que te sientes rica. Vamos, que si buscas aventura sin estrés, cultura sin postureo y paisajes sin filtros… Bulgaria te espera con los brazos abiertos (y con un rakia en la mano si eres capaz).
Y si te estás preguntando “¿vale, pero qué hago allí?”, te dejo el planazo que me marqué:
Día 1, excursión al Monasterio de Rila con parada en la iglesia Boyana, de lo mejorcito de Bulgaria.
Día 2, explorando Sofía con su catedral top, su centro muy cuqui y ese cambio de guardia que te hace sentir en una peli. Por la noche, bus a Plovdiv.
Día 3, Plovdiv, ciudad romana vibes, casco antiguo y una ópera de Carmen insuperable en un teatro romano del s. I. (súper experiencia en Bulgaria).
Día 4, chill en Nebe Tepe por la mañana, paseo artístico por Kapana y bus a Sozopol.
Día 5, playita, buceo (o paddle surf si eres más zen), iglesia con vistas y bus a Nesebar.
Día 6, más historia, más iglesias, más flipar. Nesebar es un espectáculo.
Día 7, cierre de oro en Varna con su catedral y el Hram sv. Atanasiy.
