Lo confieso, no tenía muy clara la ruta a seguir en Bulgaria, y reconozco que visitar Plovdiv superó mis expectativas, tanto que terminó convirtiéndose en una de mis ciudades favoritas.
Si te lo montas bien y te alojas en el centro (yo lo hice en Hilhouse, una cucada de hotelito), te puedes olvidar del transporte porque está todo a un paseo y, además, por las noches y primera hora difrutarás casi a solas, lejos el poco turismo que conoce la ciudad de Plovdiv.
La Bulgaria más desconocida
Qué ver en Plovdiv
Situada en el Alto Valle de Tracia, cuando vayas acercándote a Plovdiv comprobarás que la ciudad está en una enorme llanura sobre ambas orillas del río Maritsa. Todo un espectáculo para la vista.
Por aquí pasaron los tracios, romanos, bizantinos y otomanos. Un paseo alrededor de la ciudad te sirve para confirmar la huella dejada por todos ellos y el valor histórico y arquitectónico de Plovdiv. Así que solo te puedo decir que aproveches antes de que se haga más famosa…
No es solo uno de los impepinables que ver en Plovdiv, es que yo no saldría de aquí si volviera a visitar la ciudad.
El casco antiguo de Plovdiv es como un paseo por un cuento búlgaro con capítulos romanos, otomanos y del Renacimiento nacional, todo a la vez. Callejuelas empedradas, casas de colores con techos resultones, balcones de madera y fachadas pintadas con filigranas… cada rincón parece hecho para sacarle una foto (o diez).
Y aunque todo suena muy de postal, lo guay del Old Town de Plovdiv es que no es un museo al aire libre, sino un barrio vivo, con vecinos, gatos tomando el sol en las escaleras y artistas locales que te venden sus acuarelas mientras suena música balcánica de fondo. Caminar por aquí es literalmente ir saltando de época en época a cada paso, y la mezcla de estilos y culturas hace que nunca sepas qué te vas a encontrar en la siguiente esquina. En resumen: es uno de esos lugares que te roba el corazón, pero sin avisar.
Nebet Tepe y las vistas de Plovdiv
Nebet Tepe es el típico sitio al que subí “solo para ver las vistas”… y acabé pasando media tarde y volviendo al día siguiente a primera hora.
Es una de las colinas históricas de Plovdiv y probablemente el lugar donde empezó todo: aquí se asentaron los primeros tracios hace miles de años (sí, miles). Hoy en día quedan restos de murallas, bloques de piedra gigantes y algún que otro rincón perfecto para sentarse a ver cómo cae el sol sobre la ciudad.
Lo mejor es el ambientillo: adolescentes haciéndose fotos, músicos callejeros improvisando, parejas viendo el atardecer y turistas (como tú y yo) flipando con lo tranquilo que se está ahí arriba. No esperes un yacimiento súper explicadito, ni carteles por todos lados: Nebet Tepe es más de andar por casa a pesar de su valor histórico…
Casas del Renacimiento
Oficialmente hay 150 casas catalogadas que ver en Plovdiv, casi nada, y muchas se han reconvertido en museos o restaurantes.
A finales del siglo XVIII, mientras aún andaban bajo dominio otomano, los búlgaros empezaron a sacar pecho con un boom cultural conocido como el Renacimiento Nacional. Fue una época de despertar patriótico, donde el arte, el folklore y la arquitectura cogieron su propia personalidad.
En Plovdiv, este “subidón” se tradujo en casonas de colores vivos, con muros de piedra, maderas talladas y patios enormes, que empezaron siendo irregulares (porque el terreno lo pedía) y acabaron siendo más simétricas y elegantes con influencias barrocas. Vamos, que la ciudad se vistió de gala y aún hoy sigue presumiendo de ello.
Puerta Hisar Kapia
Entre una casa del Renacimiento Nacional y otra, hay un rincón que tienes que ver en Plovdiv sí o sí: la puerta Hisar Kapia. Su nombre, de origen turco, significa literalmente “puerta de la fortaleza”.
Esta puerta de piedra, que fue entrada principal a la ciudadela romana y bizantina, está tan integrada en las casas del casco antiguo que parece un portal al pasado. Lo curioso es que la estructura actual es del siglo XI, pero se levantó sobre una base romana mucho más antigua, y encima, en época otomana, los vecinos construyeron sus casas literalmente encima de la puerta, como restando importancia.
Me encontré de repente a solas en la callejuela, con un rayo de sol justo sobre mí y varios gatitos curiosos y terminé sentada en los escalones, durante casi media hora solo contemplando mi rinconcito especial de Plovdiv y disfrutando de este regalo.
Iglesia de San Dimităr
La Iglesia de San Dimităr (o Dimitar Church) es una de esas joyas menos turísticas de Plovdiv que te sorprenden cuando menos te lo esperas. Se encuentra en la parte norte de la ciudad, en el barrio de Marasha, y es una de las iglesias ortodoxas más antiguas y queridas por los locales. Desde fuera ya llama la atención con su aire sobrio pero elegante, y cuando entras, te envuelve ese ambiente místico, con sus frescos brillando a la luz tenue de las velas. Además, conserva una campana centenaria y una iconostasis de madera tallada que es una maravilla.
Lo bonito de esta iglesia no es solo su historia, que se remonta al siglo XIX, sino que sigue siendo un lugar muy vivo: con bautizos, bodas y liturgias donde ver a la comunidad en acción. Si te gusta descubrir rincones auténticos, aquí vas a sentir el latido más cotidiano y espiritual de Plovdiv, lejos del bullicio turístico. Ideal para un momento de calma entre paseos por el casco antiguo.
Teatro Romano
Sin duda, uno de los motivos por los que volvería, algo impepinable que ver en Plovdiv. Su teatro romano, construido en el siglo I aprovechando el pequeño valle entre Taksim Tepe y Dzhambaz Tepe, me regaló una de las mejores noches en toda Bulgaria. El teatro se sigue usando para espectáculos y yo tuve la suerte de coincidir con una ópera de Carmen, que me costó 10€ ¡triunfazo!
Solo había ido una vez a la ópera en mi vida, en la maestranza de Sevilla, y no aguanté ni a la mitad… Frente a todo pronóstico me animé porque solo disfrutar del teatro ya merecía la pena. No solo me quedé hasta el final, es que disfruté como nunca.
El teatro, con capacidad para 6.000 espectadores, se utilizó hasta finales del siglo IV, y es uno de los mejor conservados del mundo. En su época, además de para las representaciones teatrales, se usaba para espectáculos de gladiadores y caza.
Iglesia Santa Nedelya
La Iglesia de Santa Nedelya, en pleno corazón de Sofía, es uno de esos lugares que mezcla historia, belleza y un poquito de drama. A primera vista, llama la atención por su arquitectura neobizantina, cúpula imponente y su ambiente tranquilo, pero detrás de su fachada se esconde una historia intensa: en 1925 fue escenario de uno de los atentados más graves de la historia búlgara, cuando un grupo comunista intentó asesinar al rey. Hoy en día, lejos de aquel caos, es un sitio perfecto para tomarte un respiro, admirar sus frescos y sentir la vibra espiritual del centro de la ciudad sin prisas.
Kapana
Kapana, que en búlgaro significa “la trampa”, es el barrio más creativo, colorido y con más flow de Plovdiv. Antiguamente una zona de artesanos, hoy está repleto de cafés modernos, galerías, tiendas independientes y bares con encanto donde siempre hay actividades de todo tipo.
Pasear por sus callecitas adoquinadas, con murales por todos lados y ese aire hipster balcánico, es una de las mejores formas de sentir el alma moderna y bohemia de la ciudad. Eso sí, no vayas muy temprano que no vas a ver nada abierto ni pa’ un café, esta zona es más de tardear..
Calle Knyaz Alxandar I
Ojo a una de las calles peatonales más largas de Europa, no me digas que no es algo que ver en Plovdiv. Con sus 1.750 metros, le pisa los talones a la famosa Stroget de Copenhague. Esta gran avenida conecta con el casco antiguo de la ciudad y ofrece una mezcla de historia, arquitectura y vida urbana. Por el camino, puedes disfrutar de una gran variedad de bares, cafés, tiendas y edificios con un toque de principios del siglo XX. Al final de la calle, te espera el impresionante teatro romano, un lugar perfecto para finalizar un paseo lleno de historia y encima gratis.
Estadio Romano
El Estadio Romano de Plovdiv es una de las joyas arqueológicas de la ciudad que es gratis también. Data del siglo II d.C. y durante la época romana, este estadio podía albergar hasta 30,000 espectadores. Hoy en día, se pueden ver impresionantes restos del estadio, incluyendo el tramo de las gradas, las columnas de mármol y el área de la pista.
Vale, lo primero que pensé al reservar el HillHouse en Plovdiv fue: “¿En serio me voy a alojar en un sitio que se llama como una serie de miedo?”. Pero que no te engañe el nombre, porque este hotel es todo lo contrario: acogedor, bonito y con una atención que da gustito. Me alojé allí personalmente y puedo decirte que fue un acierto total. La casa es preciosa, mezcla ese rollo tradicional búlgaro con detalles modernos, y está súper bien ubicada, a un paso del casco antiguo pero sin el ruido. Ideal para dormir como un tronco después de patearte Plovdiv.
Y lo mejor, sin duda, fue el encargado. Un encanto de persona, súper amable, me ayudó con todo —hasta con recomendaciones locales de esas que no salen en las guías—. El hotel ofrece habitaciones con baño privado, aire acondicionado, minibar y Wi-Fi gratuito. Además, cuentan con una bodega en el sótano que se utiliza para eventos y presentaciones. El desayuno es delicioso y el ambiente tranquilo, ideal para descansar después de explorar la ciudad. Si buscas un lugar acogedor con atención cercana, HillHouse es tu sitio. Y no, no hay fantasmas… solo buenas vibras y desayunos ricos. Te dejo el enlace aquí
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