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Qué hacer en los 5 lagos


El Monte Fuji no necesita presentación, pero sí sus cinco lagos que lo rodean como si fueran un séquito real: Kawaguchiko, Saiko, Yamanakako, Shojiko y Motosuko. Esta región, conocida como Fuji Five Lakes, es uno de esos lugares donde la naturaleza, la historia y la espiritualidad se fusionan. Durante siglos, los peregrinos que subían al Fuji descansaban y purificaban aquí sus cuerpos (y sus miedos), y hoy son el escenario perfecto para perder la noción del tiempo: aguas tranquilas, bosques frondosos y, cuando las nubes lo permiten, la mejor postal del monte más famoso de Japón.

De los 5 lagos, Kawaguchiko es el rey del conjunto. Es el más accesible, el más preparado para el viajero, y el que ofrece las vistas más cinematográficas del Fuji. Aquí puedes dar un paseo en barco, recorrer la orilla en bici, visitar museos curiosos (como el de arte Itchiku Kubota, con kimonos que parecen cuadros) o simplemente plantarte frente al agua y esperar a que el Fuji asome entre las nubes. Es la típica espera que siempre vale la pena, porque cuando aparece, aunque sea solo unos minutos, se te queda grabado para siempre (hasta tatutado lo llevo yo…).

El séquito del Fujisan

Qué hacer en los 5 lagos

Lo mejor de los 5 lagos (Fuji Five Lakes) es que cada uno tiene su propio plan. Si eres de espíritu aventurero, Shojiko y Motosuko son tus sitios: salvajes, tranquilos y perfectos para sentirte explorador en plena naturaleza. Saiko te abre la puerta a cuevas volcánicas y rutas de senderismo con leyenda, mientras que Yamanakako (el más grande) invita a pasear, remar o simplemente sentarse a contemplar el agua como si el tiempo se hubiera detenido. Y ahí está la magia: en todos, el ritmo baja, no hay prisas ni agobios turísticos, solo aire limpio, reflejos del Fuji y esa calma que te hace preguntarte si no deberías alargar el viaje un día más. (por eso he vuelto por 4ª vez a Japón)

Cómo llegar a los 5 Lagos

Si estás en Fujiyoshida, como te recomiendo con todas mis fuerzas en este artículo, solo tienes que coger un tren muy molón que tarda 5 minutos en llegar a Kawaguchiko y cuesta unos 230yenes.

Ya en Kawaguchiko hay un transporte en bus por la zona de los 5 lagos. Hay 3 líneas principalmente turísticas para recorrer 4 de los 5 lagos (casi hacemos bingo). Si no vas a moverte mucho, lo ideal es coger tickets conforme cojas el bus… que por cierto se compra dentro del bus y entrando por detrás 🙂

¿Mi recomendación? que te quedes una noche en la zona y saques un bono de 2 días para coger los buses que te de la gana y poder cambiar de planes si el Fuji se esconde. El bono son unos 1700 yenes, lo puedes comprar en la propia estación y los horarios de buses van 9:30h. a 17h. (sí, cortan bien pronto). La frecuencia es relativa dependiendo de época y línea, así que lo mejor es que te organices bien.

¿Cómo funciona el bus?

En esa pantalla azul van saliendo las paradas y cuánto costaría si no has cogido bono. Antes de bajarte del bus (por la puerta delantera) miras en la pantalla y pagas al autobusero. Bueno, a él no, metes los yenes en el agujero de las monedas… todo muy japo y sin contacto.

Si tienes el bono, solo te acercas al autobusero y se lo enseñas 🙂 te sonríe y pa’ fuera.

Te dejo aquí la web oficial para que mires lo más actualizado: en.kawaguchiko.net

Mis favoritos de los 5 Lagos

Saiko

Saiko es el hermano tranquilo de los cinco lagos: menos gente, más naturaleza y un poco de leyenda urbana. Está rodeado de bosques espesos que lo hacen sentir casi secreto, y es la puerta a varias cuevas volcánicas como la de los Murciélagos o la del Hielo. Aunque ambas son restos vivos de cuando el Fuji escupía lava a lo loco, en sus propios bosques verás restos de ceniza a cada metro. Aquí no hay tanta infraestructura ni cafés monos, pero sí senderos para caminar, aguas donde practicar kayak y esa calma que te hace desconectar de verdad. Si Kawaguchiko es el lago estrella, Saiko es el escondite perfecto para quienes buscan la versión más salvaje del Fuji.

Iyashi no Sato

Iyashi no Sato es el mejor plan en los 5 lagos cuando el Fuji no tiene ganas de saludar. Un antiguo pueblo agrícola a orillas del lago Saiko que quedó arrasado por un tifón en los años 60 y que hoy renace como museo al aire libre. Lo curioso es que no lo reconstruyeron como un “decorado turístico” sin alma, sino como un homenaje vivo: casas tradicionales con techos de paja, talleres artesanos, exposiciones de historia local y ese aire de postal que parece sacado de un Japón que ya casi no existe.

Además de pasear entre sus casitas, aquí lo divertido es participar. Puedes vestirte con kimono o armadura samurái (sí, hay fotos obligatorias), probar talleres de cerámica, washi o cocina local, y entrar en pequeñas tiendecitas donde los propios artesanos venden lo que producen. No es un parque temático, es más bien un rincón donde cultura y turismo conviven con calma. Eso sí, para preservar la tranquilidad de sus vecinos la villa es visitable de 9h a 17h (500 yenes).

Cómo llegar a Iyashi no Sato

Llegar es sencillo porque Iyashi no Sato está conectado con la Green Line Bus (la línea verde de los buses turísticos que rodean los 5 lagos). Es la típica excursión que combinas con el lago Saiko y alguna cueva volcánica cercana. El trayecto en sí ya es bonito, con paradas estratégicas que parecen pensadas para que te bajes a hacer fotos. Y, sobre todo, es uno de esos sitios que no suenan tanto como Kawaguchiko, pero que te deja la sensación de haber tocado un Japón mucho más auténtico.

Aokigahara

Aokigahara, conocido como el Mar de Árboles, es probablemente uno de los lugares más misteriosos y magnéticos de los 5 lagos y de Japón. Se extiende a los pies del monte Fuji como un océano de verde oscuro donde la vegetación es tan densa que la luz apenas se cuela entre las ramas. Caminar por sus senderos oficiales es como entrar en otro mundo: las raíces se enredan en la roca volcánica, el suelo parece esponjoso y el silencio es absoluto, roto solo por pájaros y el crujir de tus pasos. A diferencia de otros bosques japoneses que rebosan templos y jardines cuidados, aquí la sensación es salvaje, primitiva, no hay nada más que vegetación (y muchos carteles para que no te pierdas y no te suicides… tal cual).

El bosque arrastra fama sombría por las leyendas de espíritus y las historias de suicidios, y eso le ha dado una aura de misterio que atrae a curiosos de todo el mundo. Pero más allá del mito, Aokigahara es un espacio natural único, moldeado por las erupciones del Fuji y lleno de vida. Hay rutas perfectamente señalizadas que permiten disfrutarlo con seguridad. Vivirlo con respeto y curiosidad, dejando a un lado el morbo, es la mejor forma de entender por qué para los japoneses este bosque es tan especial: un lugar donde lo bello y lo inquietante conviven bajo la sombra del monte sagrado.

La leyenda de Aokigahara

En 2016 Hollywood lanzó la película The Forest (traducida como El bosque de los suicidas), inspirada precisamente en Aokigahara. El filme mezcla misterio y terror psicológico, siguiendo a una joven que se adentra en el bosque para buscar a su hermana gemela desaparecida. Aunque la trama juega con estereotipos y elementos de susto fáciles, ayudó a popularizar aún más la fama oscura del lugar en el imaginario colectivo. Eso sí, muchos japoneses critican que la película explota de forma superficial una realidad delicada, mientras que para los viajeros ha servido de “puerta de entrada” para descubrir este bosque en la vida real, que es mucho más que la etiqueta sensacionalista que le puso el cine.


Kawaguchiko

Kawaguchiko es, sin duda, el rey de los cinco lagos y también mi favorito absoluto. Es el más accesible y completo: desde aquí tienes algunas de las postales más icónicas del Monte Fuji, con puentes, barquitas y templos en primer plano. Pero lo que me enamoró es que mezcla todo: paseos tranquilos a la orilla, cafés con ventanales enormes, onsens con vistas al volcán y hasta cruceritos que parecen sacados de un cuento. Tiene vida sin ser agobiante, rincones fotogénicos en cada esquina y es tan de postal que es uno de los motivos por los que volví por 4ª vez a Japón.

Mejores miradores de Kawaguchiko

La orilla norte de Kawaguchiko es un mirador natural que no falla. Es totalmente gratis recorrerla y, sinceramente, vale más que muchos miradores de pago: aquí el Monte Fuji se refleja en el lago con esa simetría perfecta que parece pintada a mano. A lo largo del paseo te vas encontrando templos escondidos entre árboles, jardines cuidados al detalle y rincones tranquilos donde sentarte simplemente a mirar. Es uno de esos lugares donde el tiempo se detiene, ideal para caminar sin prisa, cámara en mano, y dejar que el Fuji te regale sus mejores caras a lo largo del día.

Junto a la estación de Tren

Uno de los miradores más chulos de Kawaguchiko no está en un templo ni en la orilla del lago, sino en un paso a nivel de tren muy cerca de la estación. Allí, justo donde bajan las barreras y cruje la vía, se abre la silueta del Fuji como telón de fondo. Es una estampa de lo más cotidiana para los locales, pero para quienes viajamos es puro Japón: trenes que van y vienen, el Fuji al fondo y tú esperando con la cámara lista para cazar el momento. Gratis, sencillo y con mucho más encanto de lo que parece.

Los Trotamúsicos en Kawaguchiko

Paseando por Kawaguchiko, entre templos, jardines y miradores con el Fuji de fondo, quizá te topes con algo que no esperabas: ¡los Trotamúsicos de Bremen! Sí, los del cuento alemán de los Hermanos Grimm. Esta estatua llegó aquí como regalo de la ciudad de Bremen, que desde 1989 está hermanada con la prefectura de Yamanashi. Una muestra de amistad internacional que hoy se ha convertido en parada obligatoria para una foto divertida. Porque no todo en Kawaguchiko son pagodas y lagos: también hay burros, perros, gatos y gallos haciendo equilibrio.

5 Lagos y alrededores

Muy cerquita de Kawaguchiko (5 minutos en tren) está Fujiyoshida, la ciudad que vive literalmente a la sombra del Fuji. Aquí no hay poses ni carteles luminosos: es Japón en versión humilde, con calles donde el volcán se asoma entre cables y tejados, templos centenarios como el Kitaguchi Hongu Fuji Sengen-jinja y, por supuesto, la icónica Chureito Pagoda, uno de los miradores más famosos del país. Mucha gente viene solo a sacar esa foto, pero Fujiyoshida tiene bastante más chicha: ambiente local, comida sencilla y miradores menos trillados que enseñan el lado más auténtico del monte.

Si te apetece descubrir qué ver, dónde dormir y hasta cómo encontrar las calles más instagrameables de Japón sin morir en el intento, te lo cuento en detalle en este artículo dedicado solo a Fujiyoshida

Dónde dormir en los 5 Lagos

Si tuviera que quedarme con un solo lugar de los 5 lagos para dormir, lo tengo claro: Kawaguchiko. Es el más cómodo, con más vida y con las mejores vistas directas al monte Fuji. Además, aquí me alojé en el Hostel SAMURISE Mt Fuji, un sitio sencillo pero muy japonés, con tatamis, ambientazo local y todo limpísimo. Lo mejor: las vistas. Te levantas, corres la cortina y ahí lo tienes, el Fuji saludándote en toda su grandeza.

En cuanto a precios, está muy bien para lo que suele costar dormir por esta zona. No es lujo, pero sí esa mezcla de practicidad y encanto japonés que hace que te sientas dentro del viaje de verdad. Ideal si buscas ahorrar un poco sin renunciar a dormir con la postal del Fuji en la ventana.

Te dejo aquí el enlace del hotel para que lo bichees y reserves ¡no te arrepentirás!

Qué comer en los 5 lagos

Pollo negro (tal cual)

Si hay algo que no puedes dejar de probar en Kawaguchiko, es el pollo negro, o Kurofuji-dori. No, no es pollo quemado 😅, sino una raza local con piel y plumas oscuras que se cría a los pies del Fuji. Su carne es jugosa, con un sabor más intenso que el pollo normal, y lo sirven en yakitori, a la parrilla o en platos más elaborados que hacen que cada bocado merezca la pena.

Y mientras lo disfrutas, no olvides que estás en la tierra del Fuji: entre vistas del lago, montaña y aire fresco, cada comida se convierte en experiencia. Complementa tu ruta gastronómica con un buen plato de hōtō, el guiso de fideos gorditos típico de Yamanashi, y tendrás una combinación de sabores que no olvidarás en tu viaje por los 5 lagos.

Por cierto, ya estuve 4 veces en Japón, si necesitas que te monte la ruta alquien que sabe lo que hace, escríbeme aquí 🙂

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