Zapas Viajeras

Zapas Viajeras viajes y escapadas pa que te copies

Qué ver en Luxor

Si viajas a Egipto y te quedas solo con El Cairo y Hurghada, mal. Y si encima has venido a bucear al Mar Rojo zona oeste y no te pasas por Luxor, directamente es delito viajero. Lo llaman el museo al aire libre más grande del mundo, y no es una exageración. Cada piedra, columna o jeroglífico cuenta algo. Y no tiene nada que ver con El Cairo en muchísimos aspectos.

Luxor es el Egipto que imaginabas de niña cuando abrías un libro de mitología: templos faraónicos que siguen desafiando el tiempo, tumbas de colores imposibles, columnas que parecen selvas de piedra y ese aire de misterio entre el polvo y el Nilo. Pero también es un lugar vivo, con mercados donde se mezclan turistas, locales y burros, vendedores que te persiguen, y una combinación rara entre místico y caótico.

Luxor vs. El Cairo

Qué ver en Luxor

Lo mejor es que Luxor está tan cerca de Hurghada (unas 4 horas por carretera) que no hay excusa. Es la escapada perfecta para cambiar el neopreno por las sandalias y pasar del azul del Mar Rojo al dorado del desierto. Aquí te esperan los templos más impresionantes de Egipto (Karnak, Luxor, Hatshepsut o el Valle de los Reyes) y una energía que solo entiendes cuando estás allí. Ya sea mirando cómo el sol se esconde detrás del Nilo o al amanecer mientras los globos sobrevuelan los templos. No es ni mejor ni peor que El Cairo, pero es perfecto. Por cierto, el transporte lo reservé de nuevo con Travel Joy Egypt.

Orilla oeste

Colosos de Memnón

Los Colosos de Memnón son dos gigantes de piedra que, a pesar de los siglos, siguen vigilando el Valle del Nilo. Cada uno mide unos 18 metros de altura y representa al faraón Amenhotep III, sentado en su trono y mirando hacia el este, por donde sale el sol. Originalmente custodiaban la entrada a su templo funerario, hoy desaparecido, pero ellos resistieron. Aún son visibles las huellas de terremotos, guerras y vientos del desierto que están marcadas en su superficie. Verlos de cerca impresiona: la escala, el silencio y el paisaje que los rodea.

Durante siglos, los viajeros griegos y romanos acudían hasta aquí atraídos por un fenómeno curioso. al amanecer, uno de los colosos “cantaba”, emitiendo un sonido parecido a un lamento, probablemente causado por el calor y la humedad que se filtraban en la piedra. Eso convirtió al lugar en un punto casi mítico, y aún hoy se respira algo de esa magia.
Por cierto, está abierto todo el día y es gratuito, aunqué sólo podrás acercarte a los enomes colosos, el resto está siendo por fin restaurado.

Templo de Hatshepsut

No es solo uno de los impepinables que ver en luxor, es que la energía de este sitio me recordó a la de Stonehenge en Reino Unido. El Templo de Hatshepsut aparece ante ti, encajado en las montañas de Deir el-Bahari, como si hubiera sido tallado directamente por los dioses del desierto. Su geometría perfecta, sus terrazas simétricas y esa luz dorada que rebota en las columnas… Te hace entender por qué la faraona Hatshepsut quiso que aquí quedara grabado su legado. Fue una de las pocas mujeres que gobernaron Egipto como faraón, y no solo lo hizo con autoridad, sino también con estilo.

Al subir las rampas y recorrer sus relieves, te das cuenta de que estás ante una historia de ambición, inteligencia y rebeldía. Cada mural cuenta su ascenso al trono, su expedición a Punt y su empeño por ser recordada como igual entre los faraones. Y lo logró. Desde la última terraza, con el desierto extendiéndose al infinito y el Nilo asomando a lo lejos, entiendes por qué Hatshepsut desafió las normas de su tiempo: quería que su nombre resonara para siempre. Eso sí, la guerra con su hijastro no se lo puso fácil ni viva, ni una vez fallecida (o asesinada…).

Valle de los Reyes

Aunque sé que es algo quetienes que ver en luxor, me hubiera gustado leer antes en algún blog que son tropecientas tumbas y que con la entrada general de 750 EGP no tienes acceso a todas. Lo digo por organizar la visita de la mejor manera y saber cuáles merecen la pena. ¿Algo positivo? Ya pagué yo la novatada por ti para ahorrarte algún que otro saqueo…

Esta necrópolis es fascinante: tumbas reales excavadas en la roca, los restos de faraones y frescos casi intactos. Eso sí, algunas tumbas especiales como la de Tutankamón y la de Seti III tienen precios adicionale e incluso excesivos.

El Valle de los Reyes es, sin duda, uno de los lugares más míticos de Luxor. Aquí, entre montañas de roca caliza, descansan los grandes faraones del Imperio Nuevo: Tutankamón, Ramsés II, Seti I o Tutmosis III, entre muchos otros. A primera vista puede parecer solo un cañón árido, pero bajo tus pies se extiende un laberinto subterráneo de más de 65 tumbas excavadas en la piedra. Aunque muchas están decoradas con relieves y colores que desafían los milenios, solo 1 conserva la momia: la de Tutankamón.

¿Qué tumbas merecen la pena?

La entrada general al Valle de los Reyes cuesta unas 750 libras egipcias y da acceso solo varias tumbas (el resto se paga aparte). Y aviso desde ya: no todas merecen la subida, el calor ni los escalones. Por eso es clave ir con guía —en mi caso, con Travel Joy Egypt Tours, los mismos cracks con los que organicé todo el viaje a Luxor y El Cairo—, porque además de explicarte los jeroglíficos y las historias de faraones, te cuentan los salseos arqueológicos que no salen en los libros.

Tutankamón (KV62) y Ramsés IX (KV6)

Una de las tumbas más curiosas es la de Tutankamón (KV62). Es pequeña, pero es la única de las 65 tumbas del valle que conserva la momia original del faraón. Entrar tiene un suplemento de 700 libras, y aunque no es la más espectacular en decoración, tiene algo especial: la sensación de estar frente al mismísimo rey-niño. Fue un pastorcito egipcio quien, mientras cuidaba su rebaño, llevó al arqueólogo Howard Carter al punto exacto donde acabaría descubriendo la tumba más famosa del mundo.

Si buscas algo más imponente, la tumba de Ramsés IX (KV6) es una maravilla de color y proporciones. Reinó hace más de 3.000 años, y para llegar a su cámara funeraria hay que bajar unos 100 escalones (sí, los conté). En sus muros aún se distinguen los textos del Libro de las Cavernas y del Libro del Día y de la Noche. Fue una de las últimas tumbas excavadas en el valle, y aunque menos profunda que otras, está entre las más fotogénicas.

Merenptah (KV8)

Y si todavía te quedan piernas, puedes atreverte con la tumba de Merenptah (KV8) (208 escalones de descenso al inframundo egipcio, que casi acaban con mi madre). Es bonita, pero te dejo las fotos para que decidas si bajas o no… que en Egipto, por suerte, nadie te mete prisa.

Seti I (KV17)

Ahora, si quieres ver la que consideran la joya del valle, esa es la tumba de Seti I (KV17). Es la más cara (unas 2.000 libras egipcias), pero también la mejor conservada: más de 100 metros de pasillos con relieves intactos y escenas divinas pintadas como una guía hacia la eternidad. Fue descubierta en 1817 y es la primera tumba que muestra todas las versiones de los libros funerarios egipcios.

Más allá del precio, entrar en la tumba de Seti I es como colarte en el backstage del más allá. Los colores siguen vivos, los jeroglíficos parecen recién tallados y cada sala te deja más alucinada que la anterior. Hay techos estrellados, dioses que guían al faraón por la oscuridad y pasajes que todavía hoy desconciertan a los egiptólogos. Es tan profunda que parece no tener fin, y aunque se les haya ido la pinza con el precio, verla en persona es una barbaridad. Solo un consejo: baja despacio, respira hondo y guarda silencio… porque este lugar impone, y mucho.

Valle de los Nobles

El Valle de los Nobles (o Necrópolis de los Nobles) es una de esas paradas en Luxor que muchos pasan por alto… pero no temas, vas a pasar por delante 100 veces y puedes pedir que te paren.

A diferencia del más famoso Valle de los Reyes, aquí no descansan faraones, sino los altos cargos, sacerdotes y funcionarios que servían en la corte. Pero ojo, sus tumbas no tienen nada que envidiar: las pinturas están mejor conservadas, los colores son más vivos y las escenas son mucho más humanas. En lugar de dioses y coronas, verás banquetes, músicos, obreros en plena faena o familias brindando por la eternidad.

Orilla este de Luxor

Templo de Karnak

Mi favorito de la orilla este con diferencia… La entrada ronda los 600 EGP e incluye la zona externa del complejo. Si en tu lista de qué hacer en Luxor buscas salas con columnas enormes, obeliscos, patios y relieves inmensos, el Templo de Karnak te está esperando para hacerte muy feliz. Este complejo es brutal y su sala hipóstila es de las más famosas del mundo.

El Templo de Karnak no es solo un templo: es una ciudad sagrada dentro de otra ciudad. Fue construido, ampliado y reformado durante más de 2.000 años por distintos faraones, desde Sesostris I hasta los Ptolomeos, lo que lo convierte en el complejo religioso más grande del antiguo Egipto. Al entrar, la sensación es abrumadora: columnas que parecen montañas, obeliscos que rasgan el cielo y paredes cubiertas de jeroglíficos que narran conquistas, dioses y sueños de eternidad. La Sala Hipóstila, con sus 134 columnas de hasta 23 metros, es uno de esos lugares donde el silencio pesa y te sientes diminuto ante la historia.

Mi favorito de Luxor

El salseo histórico no falta: aquí se fraguaban alianzas divinas y políticas, se coronaban faraones y se celebraban fiestas como la del Opet, donde se transportaba la estatua de Amón desde Karnak hasta el Templo de Luxor navegando por el Nilo. Fue también el escenario del ego faraónico en su máxima expresión: cada gobernante quería dejar su huella, borrando a veces la de los anteriores (los jeroglíficos “retocados” son testigos de ello). 

Y, en medio de todo, un lugar mucho más tranquilo: el lago sagrado, donde los sacerdotes se purificaban antes de entrar a oficiar los rituales. Imagina el reflejo del templo en ese agua inmóvil bajo el sol del mediodía… es un rincón donde, por unos segundos, el bullicio desaparece y entiendes por qué este sitio era el corazón espiritual de Tebas.

Y justo al lado del lago está uno de mis rituales favoritos de todo Egipto: la estatua del escarabajo sagrado. Se dice que si das siete vueltas a su alrededor atraerás la buena suerte, el amor o incluso un regreso a Egipto. No sé si será verdad, pero yo las di junto con mis padres, y , la última, cogidos de la mano. Gracias, Luxor.

Templo de Luxor

El Templo de Luxor, a diferencia de otros templos dedicados a la eternidad o al más allá, este estaba consagrado al culto vivo de los faraones y a Amón-Ra. También era el escenario principal del Festival de Opet, una celebración que unía simbólicamente a Luxor con Karnak. Lo mandaron construir Amenhotep III y Ramsés II, y se nota que ambos querían dejar huella: obeliscos (aunque solo veas uno), colosos gigantes y relieves que cuentan historias de poder y divinidad.

Aquí conviven restos faraónicos, una capilla romana, una mezquita aún en uso y hasta grafitis de soldados napoleónicos. Caminar entre sus columnas al anochecer, con la brisa del Nilo y el sonido lejano del llamado a la oración, es una experiencia difícil de olvidar.

Sobre el «otro obelisco», pues está en la Plaza de la Concordia, algo que ver París y gratis. A Egipto le pareció buen cambio enviar el obelisco a Francia a cambio de un reloj… reloj que no funciona, por cierto…

Mezquita Abu al-Hajjaj dentro del Templo de Luxor

La Mezquita Abu al-Hajjaj está construida encima del mismísimo Templo de Luxor, aprovechando parte de sus muros y columnas. Esto la convierte en un ejemplo único de convivencia entre el mundo faraónico y el islámico. Fue levantada en el siglo XIII en honor a Abu al-Hajjaj, un sabio sufí muy venerado en la región, y aún hoy sigue siendo lugar de culto. Lo curioso es que los locales suben y bajan las escaleras de la mezquita para rezar como si no estuvieran pisando un templo con más de 3.000 años de historia bajo sus pies. Y yo, dentro del templo, flipando con todo el espectáculo…

Avenida de las Esfinges

Algo impepinable que hacer en Luxor es recorrer el Paseo más Faraónico de Egipto, aunque sea un trocito. Entre el Templo de Luxor y el Templo de Karnak se extiende una de las obras más locas y espectaculares del antiguo Egipto: la Avenida de las Esfinges o Avenida de los Carneros. Imagina casi tres kilómetros de paseo flanqueado por más de 1.000 esfinges (sí, mil), que los faraones construyeron para conectar ambos templos durante las procesiones religiosas hace más de 3.000 años. En su día, los sacerdotes, las barcas sagradas y hasta el propio faraón desfilaban por aquí entre incienso y cánticos. Hoy, tú caminas por el mismo sendero, con el sol cayendo sobre las piedras y pisando historia pura.

El recorrido completo se puede hacer a pie (aunque bajo el sol de Luxor puede sentirse como un “Camino de Santiago versión desierto”… Así que anímate aunque sea un tramo. Desde que fue restaurada y reabierta en 2021, la avenida luce espectacular, sobre todo al atardecer, cuando la luz convierte las esfinges en siluetas doradas y el aire del Nilo baja un poco el calor. 

Atardecer en faluca por el Nilo

Si hay algo impepinable en Luxor, es despedir el día navegando por el Nilo. Da igual si lo haces en faluca (esas barquitas de vela que parecen flotar al ritmo del viento) o, si Eolo no se anima, en una motora tradicional: la experiencia es mágica igual. Cuando el sol empieza a caer y tiñe el agua de dorado, entiendes por qué los egipcios lo consideraban un dios. Desde el río puedes ver las dos orillas —la del este, de los vivos, y la del oeste, de los muertos— en un mismo vistazo, mientras el aire se vuelve más fresco y el sonido del agua se mezcla con el de la vida local.

Yo lo hice con Travel Joy Egypt Tours, que se encargaron de organizarlo todo con su guía en español (bendita tranquilidad cuando solo tienes que dejarte llevar). Te sirven un té caliente mientras el cielo se vuelve rosa, y el tiempo literalmente se detiene. Es uno de esos momentos que no necesitan filtros ni palabras: solo tú, el Nilo y la certeza de estar viviendo uno de los atardeceres más bonitos del mundo.

Comer en Luxor

Comer en Luxor es casi una aventura más, sobre todo si aprendes a tomártelo con calma. La velocidad aquí no es una prioridad (ni falta que hace), así que activa el modo pole pole egipcia y disfruta del momento. En mi caso, además de las cenas tranquilas en el Dream Island Hotel, nuestro hotel, donde, por cierto, sirven cerveza y vino, algo que no todos los alojamientos pueden decir.,

Y en la zona este descubrí un sitio que me encantó: Al Sahaby Lane, justo al lado del bazar. El lugar tiene ese encanto caótico y acogedor que tanto me gusta: buena comida local, vistas preciosas al Nilo y al templo de Luxor, y un ambiente relajado donde el tiempo parece detenerse. Eso sí, no es apto para impacientes (como casi nada en Luxor). Entre el aroma a especias, el sonido lejano del tráfico y los barcos pasando por el río, comer aquí se convierte en una experiencia tan egipcia como visitar un templo.

Dónde dormir en Luxor

Elegir dónde dormir en Luxor no es tan sencillo como parece, porque aquí el Nilo divide algo más que dos orillas: divide dos formas de vivir el viaje. La orilla este es la más práctica si buscas estar cerca de restaurantes, bazares, museos o el Templo de Luxor, con más vida y movimiento. En cambio, la orilla oeste es puro relax: más rural, tranquila y con esas vistas al río y al desierto que parecen sacadas de una postal. Ideal si lo que quieres es desconectar entre templo y templo.

Yo me quedé en el Dream Island Hotel Luxor, en la orilla oeste, y aunque está algo lejos de todo (y eso hay que tenerlo en cuenta para los traslados), es un rincón perfecto para bajar revoluciones. Su dueña es una encantadora danesa que lleva en Luxor media vida. Además del hotel, tiene varios apartamentos por Luxor, por si queréis preguntarle.

En cuanto a este, tiene una piscina preciosa con vistas al Nilo, habitaciones sencillas pero cómodas y un ambiente tan relajado que cuesta creer que a unos minutos tengas algunas de las joyas arqueológicas más impresionantes de Egipto. Por cierto, el desayuno está muy rico, pero es un atracón bestial. Un pequeño oasis con restuarante en la azotea y vistazas, para dormir con calma después de días intensos de historia y templos.

Sígueme en Instagram y Facebook para estar al día de todo 😉


Últimas entradas

Qué ver en Varenna
Qué ver en Trapani, una de las grandes ciudades de Sicilia, injustamente menos visitada. Te cuento qué me enamoró.
Qué ver en Mazara del Vallo. La ciudad de las 100 iglesias pero con una de las Kasbahs más lindas
Qué ver en Marsala, uno de los mejores secretos de la Sicilia más auténtica. Salinas, historia y atardeceres.
Qué ver en Mandello del Lario
Qué ver en Lecco
Qué ver en el Lago de Como
Qué ver en Cerdeña, la isla más desconocida y más auténtica.
Qué ver en Bergamo
Qué ver en Bellano

Qué ver en Luxor
Scroll hacia arriba
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.