Aunque creas que Cerdeña es playas y postureo a full, hay rincones de esta isla que guardan el auténtico encanto italiano. En realidad, en mi visita a Sant’Antioco me sentí protagonista de la típica película de tarde en la que la turista se enamora perdidamente del lugar y sus costumbres.
Evidentemente, si buscas marcha-marcha el norte de Cerdeña es tu sitio, pero te puedes ahorrar el viaje e irte a la Costa Brava o Magaluf. Sin embargo, si lo que quieres es conocer la verdadera esencia italiana, déjame mostrarte este rinconcito desconocido al que solo 130 españoles fueron el año pasado.
Mucho más que playas
¿Cuándo viajar a Cerdeña?
Si eres de los míos y huyes de aglomeraciones, te recomiendo visitar Cerdeña en mayo-junio o septiembre-octubre. Por suerte, el tiempo sigue siendo agradable en esta época y evitarás pelearte por aparcamientos, sillas en terrazas o huecos para la toalla. Nada mal…
Los rincones de esta isla que guardan el auténtico encanto italiano.
Aunque en Sant’Antioco, mi mayor recomendación de hoy, no hay el turismo que puedes encontrar en Sassari, si puedes evitar los meses fuertes de verano disfrutarás más relajadamente del lugar.
Es cierto que en cuestión de paisajes tanto acantilados como calas van a estar siempre ahí, conservando su belleza, pero las ganas que te entrarán de meterte pueden ser frenadas por la temperatura en invierno. Eso sí, yo soy de Écija, puede que tu tolerancia al frío sea menos dramática…
¿Qué ver en Cerdeña?
Si has llegado hasta aquí y sigues leyéndome es porque eres de los míos y no gusta ir en rebaño (o porque te aburres mucho y lees cualquier cosa), confío en que sea la primera… Así que paso a enseñarte qué ver en Cerdeña que pocos más han visitado.
Sin duda, mi pequeño tesoro italiano. Nada más llegar a Sant’Antioco la ruta que llevaba preparada se fue al traste (iba a escribir «al carajo», pero hay mucho sensible por ahí… ¡al carajo!). Pues eso, que rompí mi itinerario previsto y decidí quedarme a explorar a fondo este trocito sardo.
Por una parte, tienes las zonas más conocidas de este desconocido pueblecito: sus catacumbas, el Villaggio ipogeo, el área fenicia, el tofet y, como no, la zona de la necrópolis.
Y para un segundo día, lo que te va a llenar la vista es ver amanecer recorriendo el paseo marítimo, salpicado de barquitas de colores, hasta llegar a su puerto y, de allí recorrer el centro de Sant’Antioco, sus casas sardas, sus tiendecitas… y sus bares más típicos.
Definitivamente, Sant’Antioco tenía que ser mi campamento base para organizar bien qué ver en Cerdeña, lo que no esperaba es tener a mi alcance un hotel museo a orillas del mar: Muma Hostel Ver amanecer desde tu propia ventana es un lujo a precio de tiesos.
Finalmente, para conocer más a fondo este paese y no perderte lo último en fiestas y novedades culturales, contacta con los chicos de Welcome to Sant’Antioco, te contagian las ganas e ilusión de su labor: dar a conocer su bello rinconcito al mundo entero. En caso de que te guste que te lleven de la mano para un primer contacto, puedes reservar aquí una visita guiada por Sant’Antioco
Sant’Antioco y alrededores
Tan solo a un bus de Sant’Antioco (1,90€) o unos 20 minutos en coche, puedes llegar a la zona oeste del paese para recorrer las más bellas calas que ver en la Cerdeña desconocida. En realidad yo las recorrí en un solo día, pero si vas con tiempo, dedícale dos para poder explorarlas más a fondo y tomar el sol o hacer un picnic con tranquilidad.
En primer lugar visité Cala Sapone, una amplia playa tipo herradura, gratuita, con un solo restaurante en los amplios alrededores y con zona de arena y de roca para poner tu toalla. En realidad, el mismo restaurante cuenta con tumbonas, pero no vi necesidad de alquilar nada con tanto espacio. Además puedes aprovechar la sombra de rocas y árboles que salpican la media luna.
A continuación de la playa hay un parking de pago (desde 1,50€ 4 horas) y un poco más adelante otro gratuito. Inmediatamente después, llegas a la Cala della Signora, nada que ver con la anterior, de acceso escalonado, pero muy recogidita y silenciosa.
Si te apetece caminar, y el sol te lo permite, hay una caminata de unos 40 minutos a Cala Lunga, una maravilla de la naturaleza. Aunque también tienes la opción de llegar en auto y en temporada alta pagar el parking a la entrada. Eso sí, la playa es gratuita, amplia y cuenta con un pequeño chiringuito. Por desgracia deberás asegurarte del horario de apertura, que esto está perdido de la mano de Dios y no hay nada cerca para comer o beber.
Y para acabar por todo lo alto, mi cala favorita nada accesible para gente normal. Bueno, no te quiero asustar tanto, si yo fui capaz de bajar y subir con una trombosis en el pie, lo tuyo es un juego de niños. En realidad, no sabría decirte por qué se llama Cala dei Baci (cala de los besos) aunque tengo la ligera sospecha de que se refiere a la de veces que se han dado de morros contra el suelo intentando llegar a ella.
Incluso cuando haya medusas en la zona, por lo del invento ese del calentamiento global y tal…, a esta cala no llega ni una, es como una barrera natural que preserva un pequeño ecosistema de ensueño y su color es como el más turquesa de Zanzíbar.
La verdad que llegar aquí en coche es lo más recomendable, aunque yo como siempre #hevenidoajugar y llegué a pie, unos 40 minutos desde Cala Sapone por un camino estéril aunque perfectamente señalado. Una vez aquí, aparcas el coche y buscas el camino de cabras que te lleva por encima del arco hasta las dos pozas que dan nombre a la Cala.
Apenas tienes hueco para poner la toalla sin clavarte una roca, pero créeme, merece la pena cada cardenal que te lleves a casa.
Calasetta
Para recorrer la mayor parte de la isla y desplazarte al norte, a Calasetta por ejemplo, puedes comprar los tickets de bus en la app Dropticket por solo 1,30€ y en 20 minutos llegarás a noroeste de Sant’Antioco.
Aunque el propio Sant’Antioco ya me pareció tranquilo, Calasetta es aún menos turístico, probablemente gracias a que no pilla de camino a ningún lado, a no ser que estés recorriendo esta parte de la isla para descubrir qué ver en Cerdeña.
A diferencia de mi primera parada, puedes recorrer el centro de Calasetta en medio día, tranquilamente, acercándote a la Torre Sabauda y la Iglesia de San Mauricio Mártir. Es cierto que a simple vista las calles blancas de este paese pueden parecer simples, pero los pequeños detalles de las puertas, ventanas y fachadas son los que van a conquistar la mayoría de tu tiempo paseando entre casas sardas. Sin duda, para mí lo mejor, es que ninguna de estas casas fue decorada para el turista, sino para los propios residentes de cada hogar, lo que lo hace más auténtico si cabe.
Y ahora toca enseñarte la parte de las playas más destacadas y a la vez desconocidas que ver en Cerdeña.
Playa de Sottotorre
Por un lado, la Playa de Sottotorre es la más cercana al centro, y por tanto la más visitada. Aún así, nada que ver con las playas de Matalascañas en pleno verano. A su favor hay que decir que las vistas de la Torre desde aquí son un gustazo y que tienes cualquier servicio a unos minutos de la arena. Ya sabrás tú qué tipo de playero/a eres y si te molas más esto o lo que te voy a mostrar a continuación.
Playa de la Salina
Tan solo a 2km de la playa principal de Calasetta tienes la Playa de la Salina, que además de estar menos accesible y concurrida que la primera, cuenta con unas enormes salinas separadas del mar por la propia playa y una hilera de arbustos.
A pesar de parecer absolutamente virgen, te sorprenderá que al cruzar todos esos árboles que la separan de la carretera encontrarás varios servicios e incluso un barecito para comer. Sin duda, prefiero esta playa a la anterior, pero todavía me queda una más por alcanzar, la más salvaje de todas…
Playa Grande
De nuevo, a 2km de la anterior playa y cerca del faro más al noroeste de la isla llego a la Playa Grande, esta no cuenta ni con parking de pago, otro punto a favor. En realidad, es tan larga que difícilmente vas a terminar tumbándote cerca de algún local, porque lo que se dice turistas, bien pocos hay por aquí.
Al margen de algún bar mimetizado entre tanta arena y arbustos, esta playa es más auténtica y virgen que las dos anteriores. Sin embargo, yo no vine solo para disfrutar de la playa, sino para acercarme al faro más salvaje de la isla: el faro de Mangiabarche frente a la costa más abrupta de Sant’Antioco.
Por cierto, que el faro de Mangiabarche tiene el título de tener el atardecer más bonito que ver en Cerdeña junto con el Arco dei Bacci. Solo que aquí además puedes hacerlo sin esfuerzo y con aperitivo mediante: Sunset en los acantilados frente al Faro de Mangiabarche
Bien explorada la isla como un primer contacto, doy un salto a la segunda isla de mi ruta sarda.
Carloforte
Extrañamente, esta isla, más alejada que la anterior y solo accesible por ferry, es la más conocida de las cuatro que ver en Cerdeña que te traigo en esta entrada. Y, sinceramente, yo la pondría en cuarto lugar. Aunque me faltó mucho por explorar, el centro de Carloforte no es tan encantador como el de Sant’Antioco o Calasetta, tal vez que haya más (mucho más) turismo haya influido un poco.
Aún con todo ello, te recomiendo pasear por el Paseo Marítimo tranquilamente, y cuando empiece a llenarse de gente, adentrarte en la zona del famoso Arco y sus escaleras.
Justo bajando del arco a la izquierda sale una callecita por la que te recomiendo pasear. Allí no encontrarás tanta gente, el truco es meterte por la calle más pequeña que veas y curiosear lo patios de vecinos accesibles, eso sí, en silencio para no molestar.
Si pones rumbo a las Salinas, por la zona del Monumento a los Caídos, te alejarás de la zona puramente turística y encontrarás estampas súper locales como estas.
Y, por último, si eres de los que incluye el buceo en sus rutas, por favor, no te pierdas una inmersión aquí. Yo nunca fui una buceadora muy de cuevas, pero la inmersión que hice aquí abajo fue de película. La primera fue increíble, por ser mi primera en Italia y porque no hubiera imaginado lo que la zona sarda tenía ahí abajo en cuanto a bichos grandotes.
En realidad, bucear no lo hubiera incluido entre las cosas que ver en Cerdeña. Pero tras la segunda inmersión una cueva donde las gambitas salían a puñados, con una iluminación a lo avatar y un equipo de buceo súper entregado… en serio, necesitas un sello de buceo de Cerdeña en tu dive logbook.
Portoscuso
Y llegamos al último de los pueblos sardos de mi lista. Ya dentro de la isla de Cerdeña, se encuentra este pueblito a pie de playa, justo frente a Carloforte. Como buena ciudad de defensa, también cuenta con una torre que domina la zona alta y que te recordará a la de Calasetta. Pero al contrario que ésta, las playas a pie de la torre están rodeadas por altos muros al sur y por unos espectaculares acantilados al norte. Y cuando sigo, espectaculares, no me quedo corta…
En principio, mi intención era pasar un ratito relajada en la playa, pero al ver esta zona no pude evitar hacer la cabra. Y, si cuenta con más tiempo, tienes que llegar más al norte, a Nuraghe Baccu Ollasta y ser posible a Capo Altano. Dicen que tanto las vistas como los atardeceres merecen cada km echados a tus piernas.
Sin embargo, por falta de tiempo (y de fuerzas, porque me metí dos buenos buceos para desayunar) decidí ver el atardecer en otro escenario. Y de paso, dar una vueltecita por las calles de Portoscuso para confirmar que es algo que tienes que ver en Cerdeña.
Finalmente, llego a la antigua Tonara (atunera) de Portoscuso. El acceso es gratuito, solo quedan las ruinas de lo que un día fue una de las zonas más importantes de la ciudad. Pero a fecha de hoy, los restos de edificios, barcas abandonadas y enormes arcos a pie de mar, hacen de este lugar uno de los más cautivadores de la zona. También te digo que ver el atardecer es una gozada, pero que en cuanto que los tonos rojos empiezan a desaparecer, salgo por patas que da hasta yuyu quedarse allí a solas…
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