Qué ver en Bellagio
Conocida como la “Perla del Lago di Como”, Bellagio ha sido destino favorito de aristócratas y viajeros desde el siglo XIX, cuando las familias nobles del norte de Italia levantaron aquí elegantes villas y jardines para pasar sus veranos. Su ubicación privilegiada, justo en el cruce donde el lago se divide en dos brazos, ofrece unas de las vistas más espectaculares de toda la región.
Pasear por sus calles empedradas, repletas de escaleras, tiendas de artesanía y cafés, es parte de su encanto. Y al igual que Varenna tiene su paseo romántico, Bellagio presume de los jardines de Villa Melzi o la finca de Villa Serbelloni, auténticos oasis verdes que se asoman al lago. Elegante, animada y con ese aire de postal eterna, Bellagio es el lugar donde el Lago di Como muestra su cara más glamurosa.
Tu campamento base
La historia de Bellagio se remonta nada menos que a la época romana: Plinio el Joven tenía aquí una villa de descanso, atraído por la posición estratégica del lugar en el centro del lago y por su clima privilegiado. Desde entonces, el pueblo nunca perdió ese aura de destino exclusivo, convirtiéndose siglos más tarde en refugio de reyes, artistas y viajeros ilustres. De hecho, se dice que Gustav Klimt pintó aquí en 1917 y que incluso John F. Kennedy paseó por sus calles en los años 60.
Su fama ha traspasado fronteras hasta llegar a Estados Unidos, donde el célebre hotel-casino Bellagio de Las Vegas tomó tanto su nombre como parte de su inspiración estética de este rincón del Lago di Como. Una muestra más de cómo este pequeño pueblo ha sabido conquistar a todo el que lo visita.
La Salita Serbelloni es probablemente la postal más reconocible de Bellagio. Esa escalinata empedrada, flanqueada por casas de colores con contraventanas verdes, balconcitos con buganvillas y tiendas que parecen sacadas de otro siglo, es el corazón vibrante del pueblo. Subirla (o bajarla) no es solo ejercicio, es meterte en la esencia de Bellagio: un laberinto de boutiques, heladerías y pequeños talleres donde cada rincón invita a parar y mirar. Y aunque la foto típica siempre es mirando hacia abajo con el lago al fondo, la realidad es que cualquier ángulo tiene magia.
Más allá de la estampa, la Salita Serbelloni tiene algo especial: conecta la zona del lago con la parte alta del casco histórico, y en ese recorrido condensa todo lo que Bellagio representa—elegancia sencilla, historia viva y ambiente relajado.
Lo curioso es que, pese a ser probablemente la calle más fotografiada del pueblo, sigue manteniendo un aire auténtico, con vecinos que saludan desde las ventanas y aromas de cocina italiana escapándose de las trattorias. Un imprescindible, no solo para la cámara, sino para dejarse llevar.
La Basílica de San Giacomo es el epicentro religioso y arquitectónico de Bellagio. Construida entre los siglos XII y XIV, combina elementos románicos y góticos que reflejan las distintas etapas de su historia, con una fachada sobria que contrasta con la riqueza de su interior. Cruzar sus puertas es como viajar en el tiempo: columnas antiguas, frescos que cuentan historias bíblicas y altares barrocos conviven en un espacio que ha sido testigo de generaciones de bellaghesi.
Entre las curiosidades, destaca su campanario octogonal, visible desde casi cualquier punto del pueblo, que servía no solo para llamar a misa, sino como referencia visual para los navegantes del lago. Además, alberga obras de arte locales y reliquias que han sido cuidadosamente preservadas a lo largo de los siglos.
Mirador donde se unen los tres brazos del lago. Ideal para fotos panorámicas.
Si buscas algo más informal y sin dejarte medio presupuesto en una comida, Caffè Vecchio Borgo es tu salvavidas en Bellagio. Un local sencillo y con buen ambiente, ideal para un café, una pizza o un plato de pasta rápido sin renunciar a la calidad. El servicio es amable, los precios son mucho más razonables que la media del pueblo y las raciones, generosas. Perfecto para recargar energías entre paseo y paseo sin sentir que estás pagando “la tasa Bellagio” por cada bocado.
Llegar a Bellagio —el famoso “pearl of the lake”— puede parecer complicado a primera vista, pero en realidad es muy sencillo si sabes cómo hacerlo. La opción más práctica y pintoresca es en ferry, ya que Bellagio está justo en el punto donde se unen los tres brazos del Lago di Como. Desde Varenna o Menaggio, los barcos salen con frecuencia durante todo el día y el trayecto dura apenas 15–20 minutos, con vistas espectaculares en cada dirección. Los billetes se pueden comprar directamente en el embarcadero o online, y no hace falta reservar con antelación.
Otra opción muy popular es llegar en tren hasta Varenna-Esino (a menos de una hora desde Milán o Lecco, por unos 5 €) y desde ahí tomar el ferry a Bellagio. Es la combinación más cómoda si no viajas en coche. Si decides conducir, puedes hacerlo bordeando el lago por la carretera SP583 desde Como o por la SP72 desde Lecco: las vistas son de postal, aunque las curvas son constantes y el tráfico en temporada alta puede ser intenso.
Lecco es una base perfecta si quieres explorar el Lago di Como sin dejarte medio presupuesto ni pelearte con las multitudes de Bellagio o Varenna. Tiene tren directo desde Milán y alojamiento para todos los gustos, desde apartamentos junto al lago hasta hoteles familiares con desayuno incluido y vistas a las montañas.
La clave está en elegir bien la zona: si te quedas cerca del Lungolago estarás a dos pasos del paseo y del centro, mientras que en los barrios algo más altos (como Germanedo o Acquate) encontrarás opciones más tranquilas y con mejores precios.
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(Consejo zapas: si planeas moverte en tren, elige algo cerca de la estación; así tendrás conexión directa con Varenna, Como, Bergamo y Milán sin depender del coche.)
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