La ciudad nueva, pero no
Aunque a veces queda eclipsado por el encanto medieval de Staré Město o las vistas de postal desde Malá Strana, el barrio de Nové Město (la “Ciudad Nueva”, pero del s. XIV, así que nueva lo que se dice nueva… pues no) es una joyita que merece su propio paseo con calma. Fue fundado por el rey Carlos IV en 1348 como una expansión ordenada de Praga, con plazas amplias y avenidas rectas. Aquí se mezclan la historia política más intensa del país (hola, Primavera de Praga) con arte callejero, modernismo y tiendas que no sabías que necesitabas hasta que entras.
A pocos pasos de ahí, Josefov, el Barrio Judío, se cuela como un capítulo aparte: pequeño en tamaño pero gigante en historia. Rodeado por los edificios elegantes de la Praga burguesa, es lo que queda del gueto judío tras las demoliciones del siglo XIX. Aun así, conserva sinagogas legendarias (mis dos favoritas del mundo), el impresionante cementerio judío y una energía que a veces pone los pelos de punta. Como dato curioso: Kafka creció justo entre estas dos zonas, así que si en algún momento te da el bajón o el existencialismo, ya sabes de dónde viene la inspiración.
Zapas in Praga
¿Y qué se ve por aquí? Pues desde la Casa Danzante que parece sacada de una peli de Pixar, hasta la Torre de la Pólvora que marcaba el camino de los reyes rumbo al castillo. Pasando por sinagogas, esculturas rarunas de David Černý (como Freud colgando de una viga), bibliotecas infinitas hechas de libros y cafeterías con tartas de otro mundo. Una mezcla de historia, arte, bizarrismo elegante y buen ritmo urbano. El paseo es obligatorio si quieres ver la cara menos “postal” de Praga, pero igual de mágica.
Por cierto, si quieres una primera aproximación, aquí te dejo un Free Tour (ya sabes, propina sugerida).
El Josefov es el antiguo barrio judío de Praga y aunque hoy no queda mucho del original tras las reformas urbanas de los siglos XIX y XX, sigue siendo uno de los rincones más interesantes de la ciudad. Lo que sí se conserva son 6 sinagogas, cada una con su rollo (desde la gótica Vieja-Nueva hasta la colorida Española), y el famoso cementerio judío, donde las tumbas parecen apiladas unas sobre otras en un caos tan poético como sobrecogedor. Ah, y no olvides pasarte por la Plaza de Franz Kafka, porque sí, el escritor nació por allí y tiene su placita.
Y es que la comunidad judía de Praga fue de las más grandes de Europa y eso se nota en la ciudad. Aunque pasó por siglos duros de persecuciones y expulsiones, también vivió momentos de integración, sobre todo bajo el reinado de José II, que le dio al barrio su nombre actual: Josefov. Hoy en día, más que una judería al uso, te vas a encontrar con un barrio moderno salpicado de vestigios históricos. Ideal para perderse con calma y empaparse de una parte crucial del alma de Praga.
Un absoluto impepinable que ver en Nové Město, en serio. La Sinagoga de Jerusalén, diseñada por el arquitecto vienés Wilhelm Stiassny en 1903 y completada en 1906 por Alois Richter, sigue siendo un importante centro religioso y cultural para la comunidad judía de Praga. Después de ser utilizada como almacén durante la Segunda Guerra Mundial, se iniciaron trabajos de restauración en 1992. A lo largo de los años, se restauraron varias áreas y estos esfuerzos devolvieron a la sinagoga su esplendor original.
Hoy, la Sinagoga de Jerusalén no solo es un lugar de culto. También ofrece conciertos de música judía y clásica, exposiciones y otros eventos durante todo el año, lo que la convierte en un punto de encuentro para la cultura y la historia judía en la ciudad.
Pero reconócelo, Mari, más allá de su historia y funciones, es jodidamente bonita y solo por eso tienes que ir (que encima es gratis).
Confirmamos, la Sinagoga Española de Praga es uno de los edificios más impresionantes del Barrio Judío de la ciudad. Y en esta segunda visita se ha colado en los impepinables que ver en Josefov. Construida entre 1864 y 1868, se destaca por su arquitectura de estilo morisco, que fusiona elementos islámicos y orientales con la tradición judía. Su interior es simplemente espectacular, con techos ornamentados, intrincados detalles en las paredes y un ambiente que transporta a otro tiempo.
Aunque fue diseñada para ser un lugar de oración para la comunidad sefardí de Praga, hoy en día, la Sinagoga Española es también un centro cultural y merece la visita tanto como la de Jerusalem.
Prepárate para el nudo en la garganta, porque esta sinagoga no se visita en modo turista, sino en modo humano. En sus paredes están escritos, a mano, los nombres de casi 80.000 judíos checoslovacos asesinados durante el Holocausto. Es sobrecogedor.
Además, en la parte inferior hay una exposición con dibujos hechos por niños del campo de concentración de Terezín que te deja sin palabras. No es un sitio bonito, pero sí imprescindible, porque si algo hace bien la Sinagoga Pinkas es recordar que no se olvide.
El nombre ya es un lío: ¿vieja o nueva? Pues ambas. Es la sinagoga más antigua de Europa en funcionamiento, terminada en 1270 y aún activa, ahí es nada. Su estilo gótico te hace sentir como si entraras en un capítulo de la historia directamente, con bancos de madera austeros y velas encendidas. Y si eres de los que adoran las leyendas, aquí se supone que están los restos del Golem de Praga, ese ser creado con barro para proteger a la comunidad judía… y que sigue esperando en el desván. O eso dicen.
Esta es la más «cuqui» de todas (dentro de lo que cabe). Fue construida en el siglo XVI por Mordechai Maisel, que era el Elon Musk del barrio judío: rico, influyente y con gusto para levantar edificios. Hoy alberga parte del Museo Judío de Praga, con una exposición que repasa la historia de la comunidad judía en Bohemia y Moravia. ¿Lo mejor? Ver cómo, a pesar de siglos de persecuciones, esta comunidad dejó una huella cultural brutal en la ciudad. Además, la fachada neogótica te da fotito buena desde fuera, por si vas con prisa.
Entrar aquí es como adentrarte en un cuadro oscuro pero fascinante. Este cementerio, justo al lado de la Sinagoga Pinkas, es uno de los más antiguos de Europa: funcionó del siglo XV al XVIII, y en ese tiempo se enterraron a más de 100.000 personas… en un espacio donde caben bastantes menos. ¿La solución? Capas y capas de tumbas superpuestas, hasta llegar a 12 niveles. Por eso verás lápidas torcidas, amontonadas, casi flotando unas sobre otras, como si el tiempo las hubiera desordenado.
La más famosa es la del rabino Löw, el mismo que supuestamente creó al Golem, y a quien todavía hoy se le dejan papelitos con deseos y plegarias. El sitio tiene una energía poderosa, y aunque no es «bonito» en el sentido clásico, es uno de esos lugares que te marcan más que muchas postales.
Como ya pasó con la oficina de correos de Ho Chi Minh en Vietnam, aquí hay otra visita a Correos que ver Praga. El edificio fue inaugurado en 1912 y es una joya de la arquitectura neoclásica por su impresionante diseño interior, que incluye una espectacular escalera central y mosaicos de gran belleza. Además, su ubicación estratégica cerca de la Plaza de Wenceslao y la variedad de servicios que ofrece lo hacen un punto de interés en el corazón de la ciudad. Si te gusta la arquitectura o simplemente buscas un lugar pintoresco y tranquilo para explorar, este es un sitio que no puedes perderte.
La Casa Danzante de Praga es uno de esos edificios que no te esperas en una ciudad llena de torres góticas e iglesias barrocas, pero ahí está, marcando estilo a orillas del Moldava. Construida en los años 90 sobre un solar que quedó vacío tras los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial, este edificio moderno de estilo deconstructivista se ha ganado a pulso su sitio entre los iconos de la ciudad. Dos estructuras entrelazadas —una torre de cristal estrecha y otra de formas curvas y ventanas rebeldes— que le valieron el apodo de “Fred & Ginger”, como los famosos bailarines.
En su día, el proyecto fue toda una revolución (y también un motivo de bronca entre los vecinos), ya que rompía con la estética tradicional del barrio. Pero con el respaldo del expresidente Václav Havel y la firma del mítico Frank Gehry (en colaboración con el checo Vlado Milunić), la Casa Danzante salió adelante y acabó siendo todo un éxito. Hoy alberga oficinas, tiendas, y un restaurante con vistas panorámicas. Vamos, que si te gustan los edificios que parecen salidos de un sueño loco… este es tu sitio.
Dormir en Praga tiene su punto: puedes optar por el centro más turístico y pagar como si fuera París, o buscar alternativas más humanas y con encanto. En mi caso, HomeExchange volvió a ser la jugada maestra: casas reales, detalles únicos y cero euros por noche. En zonas como Nové Město o incluso Josefov, hay apartamentos con alma, techos altos, suelo de madera y ese feeling de “estoy viviendo aquí aunque sea por unos días”.
¿Prefieres ir a lo seguro? En Booking hay de todo: hoteles boutique, estudios modernos o pensiones con desayuno incluido. Si quieres moverte fácil y tener cafés, tranvías y monumentos a tiro de piedra, Nové Město es ideal. Y aunque Josefov es más pequeño, también tiene opciones interesantes si te apetece dormir entre historia y sinagogas. Te dejo aquí abajo los enlaces para que elijas según lo que más te cuadre en este viaje.
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