Viajar para mí nunca ha sido una competición de sellos en el pasaporte. No sé cuántos países he visitado (palabrita que nunca los he contado): lo mío no va de coleccionar, sino de volver donde me hace sentir cosquillitas en la tripa. Si un lugar me enamora, repito sin remordimientos, aunque el mapa del mundo siga lleno de pendientes.
Pero sí, he pisado los cinco continentes y hasta las antípodas un par de veces, pero lo que vas a encontrar aquí no son listas interminables ni récords de kilómetros: son viajes vividos a fuego lento, con ganas de repetir y de saborear cada destino como si fuera la primera vez.





