Hvar
Si estás buscando una isla croata con colorcito, callecitas de piedra, playas de postal y ese punto justo entre marcha y calma… te cuento qué hacer en Hvar, te va a encantar. Tiene lo justo para que te sientas un poquito rico aunque tu presupuesto no dé ni para una toalla de yate. Y si vas fuera de temporada alta, puede ser gloriosa.
Ahora bien, si me preguntás a mí —que ya nos conocemos y sabés que huyo del barullo como si fuera una despedida de soltero en Magaluf— te digo que si buscas lo contrario aquí te dejo el enlace a la isla de Brac. Más turística aunque tranquila y con muchos más planes de marchuqui.
Hvar, belleza croata pero sin codazos
Aunque no es la isla más grande, Hvar tiene bastante que ofrecer: pueblitos con encanto, playas escondidas, calas de agua turquesa, una ciudad amurallada y vistas que te sacan el “wow” sin que te des cuenta. Aquí te dejo mi selección personal para que aproveches la isla a tu ritmo, sin estrés y sin clavarte en los sitios más trillados.
Una de mis escapadas favoritas que hacer en Hvar. Lo sé, tiene nombre de hechizo, pero alma de pueblito pesquero. Vrboska es mini, silencioso, y atraviesa una canaleta que lo hace parecer una Venecia en versión slow life. Aquí no hay prisas ni bocinazos: solo barquitos amarrados, casas de piedra, puentecitos coquetos y una calma que te baja tres marchas sin pedir permiso.
Desde el mismo hotel Labranda Senses Resort (sí, ese que te recomiendo con los ojos cerrados), tienes un caminito preparado para ir paseando hasta el centro de Vrboska. Es un planazo: media horita entre pinos, mar y silencio, sin necesidad de GPS ni calzado técnico. Llegas con ganas de cerveza, foto y siesta en el muelle. Un lujo sin esfuerzo.
Si vienes de Bol a Hvar, como hice yo, lo más probable es que desembarques en Jelsa. Es uno de esos sitios que no esperas mucho y, de repente, te sorprende para bien. Pequeñito, con puerto, con plazas que invitan a sentarse sin hacer nada, y terrazas con sombra donde tomarse un café (o lo que caiga) sin mirar el reloj. La llegada ya tiene su punto: el barco entra suavecito en la bahía y las primeras vistas son de un cementerio que me pareció hasta bonito.
Aunque es un sitio de paso para muchos, merece al menos un paseíto sin prisa. El centro es fácil de recorrer, y si te desvías un poco acabas en alguna playita tranquila o en alguna tiendecita que parece sacada del pasado. No es el sitio más fotogénico de Hvar, pero tiene ese rollo auténtico que se agradece cuando vienes de zonas más turísticas.
Y ya que estamos, un par de datos curiosos: en Jelsa hay una fuente en plena plaza que celebra la llegada del agua potable al pueblo, como si fuera la WiFi del siglo XIX. Pero lo más flipante es que su procesión del Viernes Santo es Patrimonio de la Humanidad. Se cascan más de 20 km andando de noche, en silencio, por toda la isla. Una locura muy suya que llevan haciendo desde hace siglos.
¿Una isla dentro de otra isla? Pues casi. Otok Zečevo es una de las mejores cosas que hacer en Havar. Es una mini islita que puedes ver desde la orilla del hotel Labranda Senses, y lo mejor: puedes llegar hasta ella remando un poquito en kayak. Está tan cerca que te da pereza no ir. Y ya solo por eso, merece la visita.
La isla es básicamente un barcito y cuatro cabañitas de madera para tumbarte al sol como una lagartija feliz. Nada de música a tope ni beach clubs fashion: aquí todo es chill, cervecita fría, mar transparente y cero estrés. Te juro que en media hora ya sientes que estás en modo vacaciones totales. Ideal para pasar la tarde y volver remando con el atardecer de fondo como si estuvieras rodando un anuncio.
Si eres de los míos y eso de coger coche cada día te da una pereza tremenda, estás de suerte. Desde el propio Labranda Senses Resort puedes acceder a varias calitas espectaculares. Algunas sin más transporte que tus piernas y unas chanclas decentes. Otras un pelín más lejos y súper accesibles en kayak o moto de agua, pero todas tienen ese puntito salvaje y tranquilo que se agradece infinito.
Son calas de roca (esto no es el Caribe, ya sabes), pero el agua es tan clara que parece de mentira. Te tiras con las gafas de bucear y ves hasta tus pensamientos. No hay hamacas, ni chiringuitos, ni gente vendiéndote pulseritas: solo pinos, sombra natural y algún que otro croata local que sabe dónde está lo bueno. Llévate algo de picar, porque una vez que te plantes en una, cuesta moverse de allí.
Te la venden como el sitio más top de la isla, con su puerto lleno de yates, su casco histórico precioso y ese ambiente medio pijo-mediterráneo que tira mucho en Instagram. Y sí, Hvar ciudad es bonita, tiene su rollo, pero también es un poquito caos… demasiada gente, demasiado postureo y demasiada cuenta a 8 € la Coca-Cola.
Yo fui por curiosidad, porque ya que estás en la isla, pues lo suyo es pasar. Pero sinceramente, una vuelta por la plaza principal, subir al fuerte para las vistas y poco más. Si te gusta el ambiente de copas y terrazas a rebosar, puede que sea tu sitio. Pero si eres más de paz, paseíto y playita sin ruido, con un par de horas aquí vas servido.
Y en la línea de qué hacer en Hvar, te ofrezco varias opciones según tu ritmo.
Si vienes con ganas de moverte (pero sin tener que salir del resort), estás de suerte: en el Hotel Labranda Senses ya tienes tu propio mini centro de aventuras. Beach Sports Island Hvar ofrece desde alquiler de bicis, eléctricas y kayaks, hasta pistas para tenis y baloncesto. O sea que, si te apetece pedalear por la isla o remar hacia alguna cala, lo haces sin dar más rodeos. Y para los que les va el rollo adrenalínico, también tienen motos de agua, wakeboard, esquí acuático, donuts hinchables, jetski con skipper… un abanico de caña .
Te dejo aquí el enlace para bichear, aunque lo ideal es que te acerques cuando vayas y bichees novedades: www.beachsportsislandhvar.com
Cómo llegar a Hvar desde Bol
Si estás en Bol y quieres saltar a Hvar, lo más fácil es coger el ferry de Jadrolinija. Sale todos los días a las 13:00 y llega a Jelsa a las 13:20. El trayecto dura unos 20 minutos y cuesta entre 3,85 € y 5,71 €, dependiendo de la temporada. Pero asegúrate en su web oficial antes de llevarte sorpresas
Este ferry es solo para pasajeros a pie, así que olvídate de llevar coche o bici. Es una forma rápida y cómoda de cruzar de una isla a otra. Y si te apetece, puedes comprar el billete directamente en el puerto o hacerlo online con antelación.
Cómo llegar a Hvar desde Split
Si llegas desde la península, lo más habitual es partir de Split, que es la puerta de entrada a la Dalmacia. Los ferries a Hvar salen desde el puerto de Split, en la región de Splitsko-Dalmatinska, y hay varias compañías que operan esta ruta, siendo Jadrolinija la más popular. El trayecto dura entre 1 hora y 1 hora y 30 minutos, dependiendo del tipo de ferry, y los precios varían según la temporada. Lo bueno es que puedes comprar los billetes tanto online como directamente en el puerto, lo que facilita bastante la logística.
Labranda Senses Resort
Si buscas un sitio donde no tener que mover un dedo para disfrutar, el Labranda Senses Resort es tu paraíso. Igual que en Brac, este hotel está a pie de playa, con habitaciones que parecen hechas para que no quieras salir. El desayuno buffet… bueno, prepárate porque se te va a ir de las manos (y no intentes resistirte, que aquí no hay quien gane).
Las 182 habitaciones están rodeadas de pinos y plantas mediterráneas, creando un ambiente relajante y fresco. Todas cuentan con aire acondicionado, minibar, televisión de pantalla plana y balcón con vistas al mar o al jardín. Además, el resort ofrece una variedad de actividades para mantenerte activo o relajado, desde deportes acuáticos hasta sesiones de yoga y masajes en su spa .
Pero si te pica el gusanillo de explorar un poco más, justo al ladito del resort puedes alquilar una bicicleta y perderte por los pueblitos de los alrededores, que tienen ese rollo auténtico y tranquilo que tanto mola. Así, tienes lo mejor de dos mundos: relax total en el hotel y aventura suave a pocos minutos.
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