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Aldea zulú y el Valle de las mil colinas.

Día 7: Aldea zulú y el Valle de las mil colinas.

Aún con el subidón de haber cumplido uno de mis grandes sueños, nadar con tiburones en mar abierto, y con la adrenalina recién quemada, he dormido como niña pequeña. Además, Rudi, mi guía, me ha dejado un poco más de margen para descansar.

Resulta que al cambiar los planes de nuestros dos días en Durban debido, una vez más, al maravilloso tiempo sudrafricano, he tenido que anular la visita al Isimangaliso, uno de los humedales más grandes que existen. Puesto que el vuelo sale hoy a las 15:10h. hay que llegar con tiempo al aeropuerto, y esto implica que sólo tenga la mañana para hacer alguna actividad. Así que vamos a visitar una aldea zulú y el valle de las mil colinas. Es cierto, suena súper turístico, pero démosle una oportunidad a Rudi, que ayer se lo ganó a pulso 🙂


Alojamiento en Durban


En realidad a esto hay que llamarle un “día de relleno”. Es decir, hay poco tiempo y buscas un plan B tras mandar al traste el verdadero y auténtico plan. Pero claro, mejor un día de relleno que quedarse de brazos cruzados toda la mañana, porque ya sabéis que ¡hemos venido a jugar!

Así que a las 8:00 h. voy a por el último desayuno en la maravilla de alojamiento que es Andre’s Place. Te recuerdo que mis opiniones no están «patrocinadas», pero aquí me han tratado como nunca en toda la estancia y hoy me han brindado un desayuno completo con mermelada hecha con la fruta del jardín y por los mismísimos dueños. Además, me han regalado una para llevarnos. Sinceramente, este alojamiento ha sido un acierto, hay que volver con buen tiempo para aprovechar el jardín y la piscina 🙂

Una vez desayunada y con las maletas listas, Rudi me recoge en la puerta. El plan es pasar la mañana en una aldea zulú, donde además hay una pequeña reserva de reptiles. Después me llevará al aeropuerto directamente.

PheZulu Safari Park

En menos de una hora llegamos a PheZulu Safari Park , dejamos el coche con las maletas en el parking (es un lugar seguro, a pesar de ser Sudáfrica) y nos vamos corriendo al pequeño “anfiteatro” donde va a empezar la actuación. En realidad es como una gran cabaña zulú abierta por una parte con vistas al valle de las mil colinas. Aunque nosotros vamos abrigados, los nativos van con lo mínimo de ropa y parecen no pasar ni frío, creo que son de otra pasta.

En primer lugar, nos explican (en perfecto inglés sudafricano) cómo se liga en su aldea y cuáles son los típicos pasos a seguir para cortejar al otro. Además de «instructivo» nos resulta bastante gracioso porque la pareja que lo interpreta tiene mucho arte… Después llega la petición de matrimonio que incluye danza y ofrendas, y por último la celebración del enlace.

En total la puesta en escena dura como unos 45 min., se nos hace muy amena porque además entre el público hay un grupo de estudiantes que también son nativos e interactúan con ellos. Cuando acaba el show dejan una cesta por si alguien se anima a dar propina. Eso sí, haya o no propinas se hacen fotos con los espectadores siempre sonriendo y dando las gracias.

Aprovecha para llevarte recuerdos

Por supuesto, en el mismo complejo hay un pequeño restaurante y una tienda de recuerdos. Sinceramente paso un poco con cara amarga porque estos sitios suelen ser los típicos donde te clavan con solo mirar. Pero, para mi sorpresa, hay una gran variedad de recuerdos y de los precios más bajos que había visto. Eso sí, no parece ser un lugar para regatear como he visto hasta ahora, pero tampoco merece la pena hacerlo con precios desde un euro.

De todos modos, tras una rato mirando la tienda (y eso que era pequeña) el verdadero problema no es el precio de las cosas, sino cómo organizar la maleta con tanta tontería nueva. ¡Es que los escudos zulúes en miniatura son taaaan monos!

Animales de sudáfrica

Sobre las 10:30h. entramos a la zona de ¡animalitos! Ya sabes que a mí me encantan los bichos, pero en este punto ni tú ni yo conocemos aún al colgado de Rudi Botha. Por supuesto, la entrada está incluida en la visita, pero Rudi no hace el recorrido normal (lo de “normal” no va con él), lleva años visitando el lugar y nos hace una ruta evitando cruzarnos con otros turistas.

Lo primero que hace es ir a una sala donde hay serpientes, erizos y algunos reptiles. Sin embargo, Rudi se dirige hacia una cajonera de plástico, como las que todos tenemos en el cuartillo de casa, y saca una caja también de plástico. Aunque se me pasan cien cosas por la cabeza, no imaginaba que iba a sacar este bicho y jugar con él… Además, se nota que no es la primera vez que lo hace.


Después de jugar con erizos, dragones barbudos y arañas más grandes que mi perrita, nos lleva a la zona de serpientes, reptiles, tortugas enormes, cocodrilos… ¡y se sabe los nombres de todos!

En realidad, la visita no está siendo solo para acercarme (literalmente) a los animales de la zona, Rudi va contando anécdotas y explicando algunas peculiaridades mientras juega con sus amigos en plan Frank de la Selva. En serio, está siendo una visita súper interesante y además interactiva, pero es cierto que sin este personaje como guía, la visita no sería tan cercana.

¡Hemos venido a jugar!


Sin embargo, es casi al final cuando me doy cuenta de que uno de los motivos por los que Rudi evita turistas es porque quiere subir de nivel: ahora seré yo misma quien juegue con sus amigos.

En primer lugar, pasamos por la zona de serpientes y jugamos con ellas y luego a la de tortugas, pero de las pesadas de narices. Con la coña me pide que coja una y casi me parto en dos. Imposible… vamos, que estoy venida arriba, llévame al siguiente nivel, Rudi.

Ya en la zona de cocodrilos, Rudi llama a sus amigos y una de ellas se asoma a saludar. Afortunadamente hay un reja, que me veo las intenciones de este… En este momento, nos ofrece acariciar a uno de los pequeñitos y, la verdad, que a esto no me resisto. Pero claro, al llegar a la sala me doy cuenta de que no tenemos el mismo concepto de pequeñito, ¿tú qué opinas? Mira el video y me cuentas…

La respuesta a tu pregunta es SÍ. Sé que te lo preguntabas y lo consiguió. Así es Rudi.



Aunque me había estado resistiendo a participar, al final me acorralaron y OJO la risita malvada del señor del fondo. RECUERDA una cosa antes de ampliar las fotos: yo soy más de tiburones…


Visita guiada a zonas no turísticas


Claro que, con tanta exaltación de la amistad, nos dan más de las 12 y nos tenemos que poner camino al aeropuerto. Sin embargo, Rudi sabe que cuenta con algo de margen y decide tomar “un atajo” por carreteras que solo los locales conocen. De repente, estamos rodeados de verde, conduciendo por caminos donde solo hay barro y la gente se nos queda mirando porque no es común recibir visitas. Ahora sí estamos en la verdadera zona zulú.

En realidad todo me llama la atención, me invade esa curiosidad por conocer las cosas en su entorno real, sin filtros. Aunque el color de nuestra piel no pasa tan desapercibido como nos gustaría, parecen que no alteramos mucho su rutina y los vemos jugar y correr descalzos, cocinar en la calle, portar material en la cabeza, descansar en la puerta de su choza… Estoy tan emocionada que me da miedo sacar la cámara, no quiero que posen para mí, quiero disfrutar de la realidad que me están ofreciendo sin sentirse grabados.

Sin embargo, si con esto te entran ganas de darte un paseo por la zona, no te aconsejo hacerlo sin un local, ya que estas carreteras no salen en el gps, no hay ni señal en la zona, y, además, no están acostumbrados a recibir visitas. Más adelante, pasando la presa, pasamos a una zona a medio camino entre una aldea y una ciudad donde los barrios se ven perfectamente delimitados. En este caso la zona tampoco tiene desperdicio, si no tuviéramos el vuelo en un par de horas, pararíamos incluso a comer en uno de los puestos locales.

Finalmente llegamos al aeropuerto, Rudi ha superado una vez más mis expectativas, y eso que lo tenía difícil al tratarse de un Plan B. Así que le doy un fuerte abrazo y prometo volver a verle.

Volar con Kulula


Aunque pueda sonarte a baile nativo, Kulula significa “fácilmente” en zulú. En realidad se trata de una aerolínea de bajo coste, pero he de decir que los servicios y la atención que ofrecieron fueron más que adecuados. Además, con el billete nos permitían volar con equipaje facturado de 20 kg y el de cabina de 7kg. Así que te dejo el enlace de la aerolínea Kulula por si te animas. También puedes ver cómo organizo los desplazamientos dentro del país en este enlace.


Alojamiento gratuito

Así es, y transporte también gratuito, porque además de no pagar por la habitación, tampoco tuve que pagar para que vinieran a recogerme al aeropuerto y llevar a nuestro alojamiento. Resulta que el alojamiento me tenía preparada una bonita habitación a nuestra llegada, el desayuno también estaba incluido y puedes cenar (incluye bebida) en un amplio salón del mismo alojamiento por apenas 5-6€. Eso sí, no te vengas arriba pidiendo más de un plato por persona, porque no serás capaz de acabarte la comida… ¡de nada!

¿Quieres saber cómo conseguir una habitación gratis aquí? Consulta toda la información en ¿Cómo he elegido mis alojamientos?”




⏮ Ruta por Sudáfrica. Día 6.

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